París. (AFP). La revisión a la baja de la previsión de crecimiento anunciada el domingo por el presidente François Hollande impone a Francia esfuerzos suplementarios para reducir su déficit que, a su vez, van a frenar la actividad del país y aumentar el desempleo, estiman economistas.
El proyecto presupuestario para 2013 será presentado a final de mes, y el jefe de Estado indicó en una entrevista al canal TF1 que se elaborará a partir de una previsión de crecimiento "realista", "sin duda de 0,8%", y no del 1,2% pronosticado hasta ahora.
Una actividad económica reducida acarreará mecánicamente una baja de los ingresos de las familias y de las empresas, y por tanto de la recaudación fiscal, por lo que los franceses deberán pagar más si Francia mantiene su compromiso de reducir drásticamente el déficit.
François Hollande anunció 20.000 millones de euros de nuevos aumentos de impuestos el año próximo, la mitad de la suma a cargo de los particulares y la otra, de las empresas, es decir un esfuerzo histórico para reducir el déficit público a 3% del Producto Interno Bruto (PIB), en comparación con el 4,5% de este año.
"Se tiene la impresión de que los gobiernos europeos, y el gobierno francés en particular, tienen tendencia a hacer previsiones de crecimiento y luego mirar cuánto falta para llegar a los objetivos de déficit presupuestario", estima Jean-Christophe Caffet, economista de Natixis.
"Pero todos esos miles de millones que se ponen sobre la mesa tienen repercusiones sobre la actividad que, a su vez, generan déficits", agrega el economista, recalcando que los socios económicos europeos de Francia , confrontados a la misma situación, no son de ayuda a través de las exportaciones.
Además de los 20.000 millones de euros de nuevos impuestos, el presidente francés confirmó 10.000 millones de recortes en los gastos del Estado. A ello se agregan 6.000 millones de nuevos ingresos el año próximo, procedentes de los aumentos de impuestos aprobados durante el verano (boreal) en el presupuesto rectificado para 2012.
El presidente se dio un plazo de "dos años para aplicar a la vez una política de empleo, de competitividad y de recuperación de las cuentas públicas".
"¿Es absolutamente necesario el objetivo de 3% del PIB? Mi respuesta es no, y siempre lo ha sido: el escalón para 2013 es tan alto que no puede subirse sin efectos muy negativos para la actividad, y por ende para el empleo, el desempleo", estima Caffet.
"Y aquí es donde la situación se vuelve un tanto angustiante", acota Eric Heyer, del Observatorio Francés de Coyunturas Económicas (OFCE), quien estima que el crecimiento no será de 0,8% en 2013, sino de 0,3% y el déficit alcanzará 3,5% a 3,6% del PIB.
"Si se quiere llegar verdaderamente a 3% a toda costa, va a hacer falta un nuevo plan de austeridad de entre 8.000 y 9.000 millones suplementarios", augura. Y esos "miles de millones van a frenar el crecimiento". "Se trata de un juego sin fin o cuyo fin será una recesión bastante fuerte en Francia y en Europa", considera.
"El coste es exorbitante en términos de crecimiento, por tanto de destrucción de empleos, por consiguiente de aumento de la desocupación, por tanto de aumento de la pobreza", agrega, afirmando empero que Francia no puede permitirse "ser el único país que no respete sus compromisos".
En opinión de Jean-Paul Betbèze, economista del banco Crédit Agricole, el gobierno ha reducido sus propios márgenes de libertad al prometer el mantenimiento del número de funcionarios públicos, y para éstos hay que esperarse "medidas sobre la evolución de los salarios".
Pero los objetivos anunciados de reducción del déficit del Estado, de las colectividades locales y de la Seguridad Social, son intangibles, según él.
"Eso no se discute", afirma. "Cuando se anuncia 3%, la credibilidad está ahí" y los extranjeros que poseen la mayor parte de la deuda de Francia podrían vender sus títulos en caso de que el país renunciara a sus promesas de disciplina fiscal, considera.