“No hay estadísticas oficiales, pero los casos están ahí, a la vista de todos”, aseguró un oficial de la Policía Nacional Civil designado a la Fuerza de Tarea de Delitos contra la Vida, tras informar el martes de la participación de un pequeño en el asesinato de un taxista.
En las cámaras de seguridad de la Policía situadas en el bulevar Los Olivos, en el norte de la capital, quedó registrado el momento en el que el “niño sicario”, de unos 10 años –según los cálculos de las autoridades–, desenfundó una pistola automática y disparó dos tiros a la cabeza de un taxista.
En las cintas se observa también cuando el menor guarda entre sus ropas el arma y, sin inmutarse, ante la mirada atónita de varios testigos, aborda un vehículo del transporte colectivo y huye del lugar.
Autoridades del Ministerio del Interior no respondieron a las repetidas consultas de EFE para que se pronunciaran sobre el crimen, pero según el oficial de la Policía consultado, que pidió no ser identificado, “es poco” lo que se hace para evitar el reclutamiento de los niños por parte de las bandas criminales.
El ministro del Interior, Mauricio López, ha dicho que los grupos delictivos se han dedicado a contratar y entrenar a menores como “sicarios” pues la legislación guatemalteca impide que los hechos cometidos por estos puedan ser procesados como delitos penales.
“El que no se les pueda imputar penalmente es la principal motivación de estos grupos para implicar a los menores en todo tipo de delito”, explicó Rodolfo Díaz, abogado de la Fundación Sobrevivientes, que asesora a mujeres y menores víctimas de la violencia.