“La Reina me ha invitado a formar gobierno y he aceptado”, declaró Cameron, que será el primer ministro más joven en casi dos siglos, a su llegada al número 10 de Downing Street, procedente del palacio de Buckingham, acompañado por su esposa Samantha.
“Tengo el objetivo de formar una coalición completa y verdadera entre los conservadores y los liberales demócratas”, dijo en su primer discurso como Primer Ministro ante la que a partir de ahora será su residencia oficial.
De esta forma, finalizan cinco días de incertidumbre política tras la elección el jueves de un parlamento sin mayoría absoluta.
Cameron cumplió así su ambición de llevar de nuevo al poder a los conservadores luego de 13 años de laborismo y, de una vez, designó a Clegg como viceprimer ministro de su administración.
Clegg fue la revelación de la campaña electoral previa a las elecciones del 6 de mayo, que resultaron en un parlamento sin mayoría absoluta, lo que dejó en manos de su partido la llave para la formación del nuevo gobierno.
El pacto entre Cameron y Clegg representa el primer gobierno de coalición en el país desde la Segunda Guerra Mundial.
“Nick Clegg y yo somos líderes políticos que queremos dejar de lado las diferencias de partido y trabajar duro por el bien común y por el interés nacional. Creo que esa es la mejor manera de tener el gobierno sólido que necesitamos hoy”, expresó Cameron.
El desenlace fue posible tras la dimisión del laborista Gordon Brown, gran perdedor de los comicios, que no obstante trató de aferrarse hasta el último momento al poder que heredó en junio del 2007 de Tony Blair sin pasar por las urnas.
“He informado al secretario particular de la Reina de mi intención de presentar mi dimisión”, dijo Brown en su última declaración como primer ministro. Al mismo tiempo, anunció su dimisión como líder del Partido Laborista.
Brown deseó “buena suerte al próximo primer ministro en momentos en que deberá tomar importantes decisiones para el futuro”, sin nombrar a Cameron.
Acto seguido, se dirigió por última vez al palacio de Buckingham, de donde salió unos 15 minutos después de haber dejado su cargo.
Los negociadores liberales demócratas se reunieron luego cinco horas con los conservadores para tratar de cerrar su acuerdo.
Cameron había presionado ayer en la mañana a Nick Clegg para que tomara una decisión sobre las ofertas que tenían sobre la mesa.
Las dos partes acordaron al principio de las negociaciones que cualquier acuerdo tendría como eje la estabilidad económica y la reducción del déficit británico, que ronda el 12% del PIB, contra 3% antes de la crisis económica mundial.
Pese a las grandes diferencias entre sus programas, la aritmética favorecía un pacto de los liberal demócratas con los conservadores, que obtuvieron 306 escaños (20 por debajo de la mayoría absoluta), porque juntos dispondrían de un grupo mayoritario de 363 diputados en el parlamento.
Los conservadores se comprometieron a analizar una eventual reforma del sistema electoral, una exigencia del partido de Clegg, y legislaturas con un plazo fijo de cinco años, mientras los liberales demócratas decidieron obviar la adhesión al euro del Reino Unido en esta legislatura.
También se confirmaron los nombramientos de los conservadores George Osborne, William Hague y Liam Fox como ministros de Economía, Asuntos Exteriores y Defensa, respectivamente. De los cargos importantes, resta por conocer quién ocupará la cartera de Interior.