Washington. AFP. La Casa Blanca se negó a responder ayer difíciles cuestiones constitucionales sobre el asesinato del imán estadounidense-yemení vinculado a la red al-Qaeda Anwar al-Aulaki, en medio de un encendido debate sobre sus derechos como ciudadano estadounidense.
Aulaki, quien nació en Nuevo México y se trasladó a Yemen siendo niño, murió allí ayer en un bombardeo aéreo, resultado de las acusaciones de Washington sobre su importante papel operativo y también como inspirador del grupo terrorista al-Qaeda en la península arábiga.
Tras el anuncio de su muerte, el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, eludió responder las insistentes preguntas sobre las implicaciones más amplias del hecho, pese a los informes de prensa según los cuales un avión no tripulado estadounidense estuvo involucrado en la operación.
“No voy a hablar hipotéticamente. No voy a hablar sobre las circunstancias de su muerte”, manifestó Carney en su comparecencia diaria ante los medios.
“No voy a hablar sobre las circunstancias de la muerte de al-Aulaki. Y no voy a reconocer o admitir o aceptar premisas incorporadas en las preguntas”, agregó.
Homenaje. Más temprano, el presidente Barack Obama dijo que la muerte de al-Aulaki era un homenaje a la labor de la comunidad de inteligencia de EE. UU. y los esfuerzos de Yemen y sus fuerzas de seguridad, que trabajaron con Washington desde hace años.
Esto fue percibido como un indicio de que podrían ser ciertos los reportes, según los cuales aviones estadounidenses no tripulados pueden haber sido utilizados en el ataque que acabó con la vida de al-Aulaki.
Grupos de derechos civiles levantaron banderas rojas y algunos sostuvieron que sería ilegal que militares de EE. UU. mataran a un ciudadano estadounidense en el campo de batalla sin intentar procesarlo previamente.