San Francisco (AP). De la Florida a Virginia, de Massachusetts a California, los candidatos y partidos políticos que intentan acaparar el mayor número de votos entre el electorado dividido, se han centrado en los nuevos ciudadanos estadounidenses. Es un grupo relativamente pequeño pero lo suficientemente voluminoso como para marcar la diferencia en estados donde el electorado está muy dividido.
En la Florida, que ganó el presidente Barack Obama con menos de 5 puntos hace cuatro años, un nuevo análisis del censo de Estados Unidos demostró que los naturalizados desde el 2000 suman el 6% de la población en edad de votar. Durante meses, la campaña electoral de Obama envió voluntarios a las ceremonias de naturalización para inscribir votantes y recorrer los barrios de Miami poblados por familias de inmigrantes.
En California, donde los nuevos ciudadanos suman casi el 9% de los votantes potenciales, los republicanos esperan que los aspirantes la Cámara de Representantes Ricky Gill y Abel Maldonado puedan congraciarse con el nuevo grupo describiendo sus lazos familiares con la India y México, respectivamente.
Georgina Castañeda, trabajadora doméstica que se crió en la ciudad Mexicana de Veracruz y que vive ahora en Los Angeles, es el tipo de persona que buscan los delegados. Tras esperar varios años para recibir la ciudadanía, aprobó el examen de aptitudes cívicas y prestó juramento con otros miles de personas en marzo en el Centro Staples de Los Angeles.
Castañeda dijo que gente del Partido Demócrata repartió formularios de inscripción entre los asistentes y ella rellenó uno mientras permanecía sentada.
“Mi idea era que un voto más podría server de algo, así que me inscribí en la ceremonia”, agregó.
Los partidos políticos han intentado captar a los nuevos ciudadanos al menos desde la década de 1790, cuando la organización política neoyorquina Tammany Hall organizó a los inmigrantes, especialmente los irlandeses. En las primeras campañas electorales, la influencia de los nuevos votantes quedó amplificada en varios estados decisivos, en los que pequeños cambios pueden tener un gran impacto en el conteo de los votos.
“El truco con la política es captar pronto a la gente, así que lo que hay que hacer es que tu partido se presente cuanto antes a los nuevos ciudadanos”, dijo Stephen Farnsworth, profesor de ciencias políticas en la Universidad Mary Washington, en Fredericksburg, Virginia.
“Así que en lugar de entrevistar a la gente en los muelles como la maquinaria política de hace un siglo, los partidos políticos y sus delegados hablan con los votantes potenciales justo después de prestar el juramento” de ciudadanía.
En total, la primera generación de ciudadanos se ha inclinado históricamente por los demócratas y se inscribió a un ritmo menor que los electores nacidos en Estados Unidos. Empero, durante la última década, la diferencia en la inscripción para votar ha disminuido, según Manuel Pastor, director del Centro para el Estudio de la Integración de los Inmigrantes de la Universidad del Sur de California. El centro difundió la semana pasada su información, tras su primer análisis después que la Oficina del Censo comenzara a preguntar en el 2008 más información a la gente sobre el momento en que adoptó la nacionalidad estadounidense.
En todo el país hay unos 7,8 millones de personas en edad de votar que se naturalizaron desde el 2000, el 3,6% de todos los votantes potenciales, según el estudio. Dos estados importantes — Florida, con el 6%, y Nevada, con 5,1% — tienen mayores concentraciones que el promedio nacional. Virginia tiene un 3,5%, y Colorado el 2,1%.
Estados como California, Massachusetts e Illinois que seguramente votarán por Obama, tienen grandes cantidades de extranjeros nacionalizados hace poco que podrían decidir las elecciones en el Congreso.