Bernard Aronson jugó un papel importante en el proceso de consolidación de los acuerdos alcanzados en Esquipulas II. Desde la administración de George Bush, en la que se desempeñó como subsecretario de Estado de Asuntos Interamericanos entre 1989 y 1993, apoyó los esfuerzos políticos en la región para alcanzar gobiernos democráticos.
¿Cómo siente usted que ha funcionado el tratado después de 25 años? ¿Cómo ve la situación en Centroamérica?
Creo que Esquipulas creó la estructura que permitió a todos los actores terminar la guerra en Centroamérica, en particular en Nicaragua y El Salvador. Era un tratado regional respaldado por los cinco presidentes, por lo que tenía legitimidad en Latinoamérica y fuera de la región.
¿Está funcionando la democracia en el Istmo?
Creo que los cambios de mayor alcance tuvieron lugar en El Salvador porque no solo se terminó la guerra, sino que se hicieron grandes cambios estructurales en las fuerzas de seguridad y en los derechos humanos.
”El espacio político fue abierto para todos los participantes y eso ha continuado y ahora vemos un gobierno del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Creo que El Salvador es el país que ha tenido más éxito.
”Inicialmente en Nicaragua fue un éxito enorme porque el presidente Arias siempre decía que sin democracia no podía haber paz. Y hubo elecciones democráticas en Nicaragua y creamos las condiciones que permitieron que los contras regresaran a la vida política”.
¿Qué opina del regreso, por la vía electoral, de los sandinistas al poder en Nicaragua?
Cuando yo estaba en el Departamento de Estado y Óscar Arias fue presidente la primera vez, la gran amenaza a la democracia era un golpe de Estado o los revolucionarios violentos. Y en gran parte esas amenazas desaparecieron. Pero ha surgido una nueva amenaza que requiere un nuevo juego de herramientas. Esa amenaza es la “democracia autoritaria”. En esa circunstancia, un líder es electo en comicios legítimamente democráticos, pero una vez en el poder elimina todas los contrapesos y balances de una democracia genuina y corrompe el proceso político. El sistema ya no es democrático. Eso es lo que (Hugo) Chávez ha hecho (en Venezuela). Eso es lo que Daniel Ortega ha hecho en Nicaragua.
¿Y cómo afrontar esta nueva amenaza?
Creo que hay un cierto temor de los países democráticos de afrontar esta nueva amenaza. Se necesita una fuerte organización de derechos humanos, países dispuestos a romper relaciones y denunciar violaciones.
¿Cómo ve usted la amenaza del narcotráfico para la región?
El primer problema es la demanda. EUA tiene que asumir una mayor responsabilidad. No hay más alternativa que combatir estos carteles porque ellos no solo traen las drogas, traen corrupción, violencia, armas y otros crímenes.