Antes de la comida, Benedicto XVI dio su bendición dominical desde la ventana de su estudio, enviando un mensaje de condena por los ataques realizados el día de Navidad contra creyentes en las Filipinas y Nigeria.
El Pontífice se refirió también al ataque suicida con bomba en Pakistán, en el que fallecieron unas 45 personas en un centro de distribución de alimentos.
“Una vez más, la tierra está manchada de sangre”, se lamentó.
“Envío mis condolencias a las víctimas de esta violencia absurda y una vez más repito mi llamado a abandonar el camino del odio y encontrar soluciones pacíficas a los conflictos para que la gente viva en paz y con seguridad”, dijo.
El año pasado, el Papa fue a uno de los lugares en los que se distribuyen alimentos calientes a los pobres en Roma, pero este año el almuerzo se celebró dentro del salón principal del Vaticano.
Junto al Papa y sus invitados comieron unos 250 monjas, seminaristas y sacerdotes de la orden de Misionarios de la Caridad de la Madre Teresa, que dirige comedores populares en Roma.
El Papa destacó que en el domingo que sigue a la Navidad tradicionalmente se celebra a la familia, tomando como base el nacimiento de Jesucristo. Al tiempo que reiteró su rechazo al matrimonio entre gais y el aborto, enfatizó que cada niño se merece una mamá y un papá que lo quieran y reciban como un regalo.
“Eso es lo que les da seguridad a los niños y, a medida que crecen, les permite descubrir el sentido de la vida”, expresó.