El mundo político y religioso coincidió en calificar de “indignante” e “inadmisible” la actitud de Vangheluwe, quien no responderá ante la Justicia por los abusos debido a la prescripción de los delitos, hace más de 30 años.
“Empezó como un juego (...). Nunca hubo ni violación ni violencia física. Jamás me vio desnudo ni hubo penetración”, afirmó el prelado en la entrevista a la cadena de televisión flamenca VT4, de la que ayer hablaba todo el país.
El religioso, destituido por Benedicto XVI en abril de 2010 cuando salió a la luz el escándalo de los abusos a uno de sus sobrinos (el otro caso se conoció después), relató en directo cómo los abusos, que se cometieron durante la visitas de su familia, llegaron a convertirse en una práctica “habitual”.
La entrevista, que tuvo lugar en un convento de Francia donde Vangheluwe, de 74 años, se ha recluido por orden del Vaticano, fue en directo y en ella el antiguo prelado da una impresión más fría que dolida.
Según el obispo destituido, jamás pensó en el impacto de sus actos, que calificó de meros “hechos superficiales”, aunque reconoció que sabía que lo que hacía “no estaba bien” y que por ello se confesó en varias ocasiones.
“No tenía la impresión de que mi sobrino se opusiera, al contrario”, afirmó Vangheluwe en la entrevista, en la que afirmó que nunca se ha considerado un pederasta y que aquellos abusos eran “como una pequeña relación”.
Lo ocurrido “no tenía nada que ver con la sexualidad”, aseguró y añadió que jamás se ha sentido atraído por los niños y que, en el caso de sus sobrinos, “lo que existía era intimidad”.
Vangheluwe se declaró arrepentido por los hechos, que se prolongaron durante trece años en uno de los casos y cerca de dos años en el otro.
También el ministro de Justicia, Stefaan De Clerck, hizo un llamado a la Iglesia a resolver la situación lo antes posible.
Walter Van Steenbrughe, abogado de la víctima que sufrió los abusos durante más tiempo, rechazó la versión del religioso según la cual nunca hubo “sexo duro” y aseguró que las sumas de dinero que el prelado dio a la familia del menor tuvieron por finalidad comprar su silencio.
Por su parte, los obispos de Bélgica tacharon la actitud de su antiguo colega de “inaceptable” y han expresado en un comunicado su “extrema conmoción”.