Un responsable local de la Media Luna Roja precisó que “los cuerpos de 39 mártires se encontraban en la morgue”, entre ellos “mujeres y niños”. Más de 50 personas resultaron heridas en el atentado, uno de los más mortíferos contra fieles chiitas desde 1994.
El grupo Yundalá (soldados de Dios) reivindicó el atentado en su página web, afirmando que se trataba de una “venganza por el ahorcamiento del jefe del movimiento, el emir Abdolmalek (Righi, detenido en febrero y ahorcado en junio) y los mártires de Yundalá”.
La página web publicó fotos de los dos militantes presentados como los autores del atentado, llevando cinturones con explosivos, y los identificó como Seifolrahman Shabahari y Hesan Jashi.
Según el prefecto de Chabahar, Ali Bateni, “los terroristas (...) fueron detectados antes de llevar a cabo la acción, pero consiguieron hacer estallar su cinturón de explosivos”. “Los dos terroristas murieron, el primero por la explosión y el segundo por la policía”, agregó el gobernador de la provincia, Ali Mohamad Azad.
Bateni añadió que un “tercer terrorista fue detenido por las fuerzas de seguridad”.
El atentado fue condenado por varios países. Los Emiratos Árabes Unidos y Jordania denunciaron un acto “terrorista”. El presidente estadounidense, Barack Obama, lo calificó de “atroz” y el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, lo condenó con la máxima “firmeza”. Londres se declaró “horrorizado” y Francia también lo criticó duramente.