Luego de superar un serio desafío político y obtener el mayor número de escaños en las elecciones parlamentarias de Israel, el primer ministro Benjamín Netanyahu y su partido Likud están a las puertas de constituir una nueva coalición de centro-derecha, con marcados tintes ultranacionalistas, para gobernar el país durante los próximos años. Este posible desenlace, resultado de la decisión de sus votantes y de un fragmentado sistema electoral, genera hondas inquietudes sobre el proceso de paz con los palestinos, sobre el carácter laico y democrático del gobierno y la sociedad israelíes y sobre su propia seguridad futura.