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Este fenómeno de corrupción no es nuevo ni está focalizado en los sectores políticos, sino que con el paso del tiempo ha ido adentrándose en el seno de familias costarricenses.


El gobierno libanés, confrontado a una ola de manifestaciones, intenta retomar el control este lunes aferrado a un plan de reformas, pero su tarea será ardua porque no cesa el malestar popular contra una clase política que ha dejado hundir al país.


En los últimos años, tres prejuicios han suplantado la realidad real de la política costarricense: el chancletudo chavista, el ricachón del puro y el político panzón. Este destilado de prejuicios está causando un grave daño.