<em>Game of Thrones</em> cerró su sétima temporada hace un par de semanas, y aún seguimos tratando de asimilar el ferrocarril de revelaciones con que nos arrolló la serie consentida de HBO. Fue una temporada breve en comparación con años anteriores (apenas siete capítulos) e intensa, con una trama llena de acción y poco espacio para la contemplación, y donde los encuentros entre los principales protagonistas fueron la tónica.<em></em>
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Este resumen bien podría terminarse con una sencilla afirmación: lo que vimos la noche del domingo no fue televisión; estuvo por encima de eso. <em>The Spoils of War</em> se clasifica como obra de arte... una ardiente obra de arte.
La conversión de un hombre sin fe; el regreso a casa de la reina exiliada; la marcha arrolladora de la hija de la venganza; la unión de dos aliados improbables. <em>Game of Thrones</em> rompió su larga ausencia con un capítulo nutritivo, que sin necesidad de mucha intensidad cubrió todos los puntos obligatorios de la agenda.