El taller de Rebecca Quirós es silencioso, invita a una charla serena, pero en el aire también parece flotar la amenaza de que, si levantáramos demasiado la voz, una decena de bebés podrían romper en llanto.
El taller de Rebecca Quirós es silencioso, invita a una charla serena, pero en el aire también parece flotar la amenaza de que, si levantáramos demasiado la voz, una decena de bebés podrían romper en llanto.