Con vendas en ambos brazos, sus piernas llenas de rasguños y sus plantas de los pies heridas, Mike Lyons contó, desde su cama en el hospital Cima, en Escazú, lo que vivió en las 30 horas que estuvo perdido en la montaña, con solo una bebida energética en su <em>camelback</em> y una firme decisión por sobrevivir en su mente.<div></div>