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Los recursos médicos, económicos y sociales nos han llevado al límite de nuestra programación genética


En los momentos de ternura, la secreción de oxitocina es tan intensa que deja cicatrices indelebles en el cerebro y hay quien dice que en el alma también.


Thomas Sydenham (1624-1689) dijo: “Un hombre es tan viejo como sus arterias”. Hay que cuidarlas.