El ministro de Vivienda, Rosendo Pujol, sigue trabajando a pesar de que diputados de siete fracciones critican su gestión y piden su renuncia. Para él, existe una línea muy delgada entre control político y hostigamiento, la cual, aseguró en entrevista con La Nación, ya fue traspasada por los legisladores. Estas fueron sus palabras.
¿Ha conversado con el presidente Luis Guillermo Solís sobre esto (críticas de diputados)?
Él habló conmigo la semana pasada y también he hablado con los dos vicepresidentes, Ana Helena Chacón y Helio Fallas. Les expliqué lo que pasa en términos cuantitativos. Pienso que el ruido y el escándalo es mucho mayor de lo que amerita.
”Estamos trabajando en términos de resultados, parecido a como han trabajado los gobiernos anteriores. Lo que pasa es que queremos hacer cambios cualitativos y eso crea incertidumbre. Estamos conscientes de que el cambio debe ser paulatino”.
¿Tiene el apoyo de Solís?
El presidente está evaluando a todo el gabinete.
”La confianza de un presidente en un ministro que no conocía cuesta. Todos los ministros estamos bajo la lupa. Él me dijo que las presiones de los diputados no afectan en nada su decisión. A mí me parece que el límite entre control político y hostigamiento es muy fino. A nosotros nos juzgan con una vara muy rígida y la pregunta es si ellos han visto su propia producción y el trabajo que han hecho en este tiempo”.
¿Cuáles cambios son los que usted está planteando?
Que las soluciones de vivienda para los ciudadanos de la Gran Área Metropolitana (GAM) se queden en la GAM. Lo que hizo el sistema en el pasado era agarrar a personas de precarios de la GAM y mandarlos a Pococí o Guácimo y la gente no quiere irse.
”Lo otro es que, si queremos construir viviendas en la GAM, tenemos que pasarnos a las de varios pisos (torres), pero hay empresas que, tecnológicamente, no están listas para construir esos proyectos.
”Hay gente del extranjero que quiere invertir en vivienda. Estamos en conversaciones y ese es otro temor de las constructoras: que surjan nuevos competidores con tecnologías más baratas”.
Según los diputados y las constructoras, los proyectos de vivienda están paralizados.
No están paralizados. Se han aprobado proyectos, el sistema sigue funcionando (...). No es que queremos volcar y cambiar todo, pero sí mover la construcción de nuevas soluciones más hacia la GAM. Si un constructor tiene compradas tierras en otros lugares, eso lo afecta, pero ellos no lo pueden decir abiertamente.
Lo acusan de lento e indiferente, ¿qué dice al respecto?
Tomar decisiones muy precipitadas no es señal de carácter. Más importante que gastar todo el dinero, es gastarlo bien.
”Yo desconocía mucho de la complejidad del sistema de vivienda y reconozco que me ha tomado un tiempo aprender”.
¿Por qué los constructores se fueron a buscar a los diputados?
Porque hay personas que conocen cómo funciona el sistema. Hay gente que defiende a Juan de Dios Rojas (subgerente del Banco Hipotecario de Vivienda) y plantear como posibilidad que ya no siga es una amenaza para ellos, porque es su amigo. (El nombramiento de Rojas finaliza este 3 de mayo, pero podría ser reelegido, algo que Pujol no apoya).
¿Quién es Juan de Dios Rojas dentro del sistema?
Es un sobreviviente, de los primeros que estuvieron. Es una persona muy trabajadora y el sistema necesita negociadores. Pero el tema es cómo usted negocia y a quién favorece en determinado momento, por ahí va la cosa. Él representa influencia para unas personas dentro del sistema.
¿Los diputados dicen que hay dinero, pero no se ejecuta?
En el 2014 se ejecutaron ¢76.000 millones entre casas, bonos comunales y proyectos. El número de soluciones ha sido de 10.000 por año y me impuse a mí mismo no bajar de eso.
Usted es el primer ministro en esta administración que se expone a un voto de censura.
No tienen los votos para un voto de censura, por eso es que estoy tranquilo. A cualquier ministro lo pueden echar, en cualquier momento...
Usted habla de una línea delgada entre control político y hostigamiento. ¿Es su caso?
Ellos ya pasaron esa línea conmigo. Es hostigamiento en el sentido de que no lo dejan trabajar a uno con calma y hacen creer a la gente que uno es desastroso, sin tener suficientes argumentos.
”Hay exageración. Tengo claro cuál es mi rol y mi oportunidad como ministro; una oportunidad que nunca esperé en la vida y la voy a aprovechar hasta donde me dejen; no me voy a rendir”.