Amarilis Guerrero no le contó sus sueños a la almohada... transformó sus sueños en una almohada.
Esta vecina de Coronado, de 53 años, se convirtió a inicios del 2013 en una pequeña empresaria con el apoyo de Ideas Productivas, el más modesto de los programas del Instituto Mixto de Ayuda Social (representó solo el 2% de los ¢97.000 millones utilizados en ayudas sociales, el año pasado).
Guerrero, viuda desde hace cinco años, es la propietaria y única trabajadora de Ecorilis, dedicada a la confección de almohadas medicinales.
Metros de manta y kilos de manzanilla, menta, tomillo, romero y pétalos de rosa son su materia prima.
Según dice, su historia era muy distinta cuando su esposo murió y la familia se quedó sin el ingreso del hombre, que laboraba como porteador.
Además, dos de sus tres hijos eran todavía menores de edad y dependían de los padres.
“Se me vino el mundo encima, porque yo dependía de mi esposo. Él no quería que yo me fuera a trabajar. Yo luchaba hasta donde podía y vendía cosillas por folletos”, relató.
Su hogar pasó a formar parte del 36% que, en Costa Rica, son liderados por una mujer, según el XX Informe del Estado de la Nación , divulgado ayer.
Al desagregar esos hogares, el 40,1% son pobres y el 43,3%, pobres en extremo.
La magnitud de la pobreza es mayor en los hogares con jefas que no tienen pareja pero sí hijos (27,1%), y menor en los de mujeres sin pareja y sin hijos (18,7%), agrega el documento.
Frente a esta realidad, sin embargo, el Estado de la Nación rescata que, desde el 2009, se logró contener y revertir el porcentaje de hogares en pobreza extrema dirigidos por una mujer.
Esto lo atribuyen a la “efectividad coyuntural de algunos programas sociales”.
Precisamente, fue un programa social el que le dio a Amarilis Guerrero el empuje para crear la empresa y volver a estudiar, pues había llegado hasta segundo año de colegio.
“Al año y medio de haber muerto él (su esposo), me arrimé al IMAS (Instituto Mixto de Ayuda Social).
”Me dijeron que apoyaban ideas productivas, algo que uno elaborara en la cabeza. Así pasé como ocho meses, pensando en qué hacía. Me arrimé más a Dios para que me iluminara”, dijo.
Encomendada a él, con datos de Internet y mucho empuje, Guerrero presentó al IMAS sus almohadas medicinales.
La idea fue recibida con entusiasmo y le permitió recibir cursos sobre cómo iniciar una empresa y hasta cómo fijar precios.
Hoy vende hasta 20 almohadas por semana, con precios que van de ¢4.500 a ¢17.000. Gracias a su sueño, estas almohadas alivian muchos dolores.