Sobre los adoquines del bulevar de la avenida 4, en San José, los católicos revivieron la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, mediante el tradicional víacrucis.
En una procesión desde la iglesia de la Merced hasta la catedral metropolitana, fieles y sacerdotes rezaron las catorce estaciones que describen el camino hacia la cruz.
Con una luna en el cielo, feligreses de todas las edades llevaron cantos y peticiones a la imagen del Nazareno, que recorrió cuatro cuadras de la capital josefina.
“Para mí, la cruz es un símbolo que representa cómo Jesús dio la vida por nosotros y por nuestros pecados”, manifestó Leonor Duarte, vecina de Alajuelita, quien cargó con una pequeña cruz de madera en sus manos.
El arzobispo de San José, monseñor Hugo Barrantes, recalcó la importancia de fortalecer la fe católica durante esta Semana Santa.
“Debemos participar de estas actividades y no olvidar que el Hijo de Dios entregó su vida para salvarnos. Eso marca el inicio de la verdadera historia del ser humano y es fundamental”, manifestó monseñor Barrantes.
Con el fuego de las antorchas, unos hombres con traje negro y una cinta morada, conocidos como Caballeros del Santo Sepulcro, guiaron el paso de la imagen de Jesús y su corona de espinas.
Tradición. Entre la multitud de fieles, doña Sandra Loría recordó cómo vivían esta tradición, hace diez años, cuando con imágenes y rosarios hacía el recorrido por la avenida segunda, de San José.
“ Me parece que cada año se enriquece más. Antes, los sacerdotes llevaban la cruz en una carroza muy hermosa, pero ahora es más bonito; ellos vienen a la altura de nosotros, es más cálido y hay más cercanía con el pueblo”, narró Loría, quien es vecina de barrio México y asistió con su hija y su nieto.
Minutos antes de iniciar la procesión, monseñor Hugo Barrantes conversó con La Nación sobre la importancia de mantener un Estado confesional en Costa Rica.
“Tenemos que fijarnos más en el verdadero líder que es Cristo, que es quien debe guiar la vida familiar, no debemos de hablar de laicismo, sino seguir al verdadero líder que es Dios”, afirmó el sacerdote.
Según Barrantes, esta tradición llegó a Costa Rica en 1526, mediante un grupo de misioneros españoles que celebraron la primera Semana Santa en la isla de Chira, en el golfo de Nicoya, Puntarenas.
Como entonces, anoche, cientos de católicos revivieron con cantos y oración el camino de la cruz.