Cuando llegaron al barrio, hace tres décadas, solo había casas con un máximo de dos pisos. Hoy sus vecinas son las torres que observan a San José, desde varios pisos de altura.
La Sabana, Rohrmoser, paseo Colón y La Uruca se han convertido en puntos atractivos para el crecimiento de estos edificios, que seducen a algunos y que causan la mudanza de otros.
Ejemplo de esto último es el diputado Luis Fishman, quien consideró que este tipo de obras representan una desventaja para la privacidad del patio de su casa.
“La Municipalidad de San José ha sido incapaz de realizar una regulación adecuada respecto a este tema; hemos planteado quejas y no hemos tenido respuesta”, aseguró Fishman.
Cambiará su residencia de Rohrmoser a Santa Ana porque considera que el barrio que él conoció hoy está rodeado de cuatro edificios de condominios, que le restan privacidad a su vivienda.
Como él, María Elena Guth, vecina de La Sabana, manifestó que lo que más le preocupa de estas torres es el tránsito vehicular de los nuevos condóminos.
“Reconozco que este tipo de obras aportan plusvalía al terreno; sin embargo, me preocupa que se pierda la tranquilidad por el flujo vehicular”, dijo.
Este tipo de solución habitacional nace con el objetivo de dar un mejor uso del suelo y promete convertirse en motor para la renovación urbana.
“Una vez que un edificio de estos se levanta en la ciudad, sus alrededores muestran cambios significativos para el bien de la comunidad”, expuso el arquitecto José Luis Salinas.
Mientras tanto, Jacob Dalfin, también vecino de La Sabana, no está disconforme. “Estas torres son el desarrollo, es como tener un Central Park (Nueva York) aquí. En unos años aquí habrá solo torres”, concluyó ese adulto mayor.