Aunque en los últimos 13 años se han llevado a cabo 5.000 trasplantes de órganos en los hospitales nacionales, el país necesita una red de coordinación intrahospitalaria que mejore la donación, así como una campaña de concientización dirigida a la población.
Esa es la conclusión que detallan los encargados de programas de trasplante de los diferentes hospitales sobre la realidad del país en esa materia.
En primera instancia, según los expertos, el país requiere un coordinador nacional de trasplantes, un perfil inexistente desde que en 1969 se realizó el primera intervención quirúrgica de ese tipo en una clínica privada.
Ese paso, sin embargo, está en proceso, pues hace tres meses la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) envió a España a un salubrista público para que se forme en ese campo.
Ese profesional regresará a Cota Rica este mismo año.
No obstante, la donación de órganos va más allá de la coordinación, pues debe haber un procedimiento interno en cada centro médico que garantice la disponibilidad de órganos, en especial de donadores cadavéricos.
“Se requiere que en los hospitales haya una persona que busque y haga detección de los posibles donantes, que en su mayoría es gente que hará muerte cerebral”, dijo.
Agregó que, “cuando el cerebro muere, los diferentes órganos entienden que se tienen que ‘desconectar’, y allí entra el papel fundamental del coordinador de trasplantes, porque él deberá actuar rápido y hablar con la familia para solicitar los órganos”.
Para Álvaro Herrera, nefrólogo que lidera los trasplantes de riñón en el Hospital San Juan de Dios (HSJD), ese último paso también es clave para propiciar la donación.
“Es importante que tengamos médicos preparados sobre cómo abordar a las familias de los fallecidos, más aún cuando se sabe que están en medio de un dolor muy grande”, explicó Herrera.
“Hablamos de que la gente done, pero no sabemos bien en dónde está el problema (de la falta de órganos) y eso se resuelve con la detección de pacientes”, señaló Montalbert.
A manera de ejemplo, dijo que el año pasado en el Calderón Guardia solo se detectaron 16 posibles donadores, pero cuestionó “cuántos no logramos detectar a tiempo”.
Para los tres médicos, el caso de John Mauricio Castro, ciclista de 24 años asesinado hace varias semanas, es uno de los ejemplos de cómo debería manejarse una situación de posible donador.
A ese joven, quien en vida dijo que apoyaba la donación de órganos, los médicos pudieron extraerle su corazón, el hígado, los riñones, las córneas e, incluso, piel.
Por medio de una incipiente red intrahospitalaria, que funcionó en menos de 24 horas, los órganos se trasplantaron en pacientes que estaban en listas de espera.
Según Matamoros, el reto es que “el mayor número de donantes sea cadavérico, y usar lo mínimo el donante vivo, porque hoy día sucede a la inversa”.