17-09-2013, Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco en San Carlos,foto Rafael Murillo (RAFAEL MURILLO)
Sucre, San Carlos. “La luz se puede sustituir con candelas y focos, pero el agua la ocupamos todos los días y a toda hora ”.
Bajo esta consigna, Gerardo Guzmán Arce, un chofer vecino de Ciudad Quesada, dona mensualmente ¢200 en su recibo eléctrico para proteger las nacientes de agua del cantón de San Carlos.
“Esto es por nosotros y las nuevas generaciones”, dice el sancarleño para quien el monto donado ni se siente entre sus gastos del mes.
Pero como dice el refrán una golondrina no hace verano.
Al aporte de Guzmán se suma la contribución que mes a mes hacen los 74.993 asociados del servicio eléctrico de la Cooperativa de Electrificación Rural de San Carlos (Coopelesca).
Sus donativos han permitido la compra de 1.024 hectáreas de fincas ubicadas en el Parque Nacional del Agua, Juan Castro Blanco.
De esta forma, los asociados de Coopelesca se han convertido en dueños y protectores de una buena parte de este oasis del cual se nutren acueductos rurales que abastecen a unas 200 comunidades.
Aquí nacen todos los ríos de San Carlos y de estas aguas se nutren tres plantas hidroeléctricas del ICE y siete de empresas privadas.
Alrededor del parque también hay muchos proyectos turísticos que dependen de su atractivo.
Pulmón verde. El Parque del Agua está constituido por 14.500 hectáreas, de las cuales el Estado apenas ha expropiado 598. Más del 90% aún se mantiene en manos privadas.
Algunas fincas están dedicadas a agricultura o a la lechería, lo cual produce gran impacto al bosque.
Fue esto lo que motivó a Coopelesca a unir esfuerzos con la Asociación Pro Desarrollo del Parque Nacional del Agua Juan Castro Blanco ( Apanajuca ) para garantizar la protección de la zona.
Óscar Quirós, jefe de Gestión Social y Ambiental de la Cooperativa, contó que en el 2009 los asociados acordaron donar ¢100 durante diez años y con esos recursos, más algunos préstamos, lograron comprar las primeras fincas.
Un año después y gracias a los primeros resultados la junta de asociados de la Cooperativa acordó aumentar el donativo a ¢200 mensuales por 10 años. Posteriormente, en el 2011 se acordó recaudar el donativo durante 15 años.
Tal aporte hoy representa ¢12 millones mensuales que han permitido respaldar créditos y de esta forma adquirir las tierras.
En camino está la compra de otras 200 hectáreas, la cual se concretaría antes de fin de año y así se cumpliría la meta propuesta.
“Alguna gente ha tomado tal conciencia del asunto ambiental que llegan a ofrecernos fincas muy valiosas para producir, pero que prefieren destinarlas a consevación”, comentó Quirós.
Para Gerardo Rojas, representante de Apanajuca, este es un proyecto modelo digno de replicar.
“Aquí también estamos intentando desarrollar la cultura del agua. Que se valore lo que significa este recurso con el cual todos tenemos responsabilidad”, dijo Rojas.
Apanajuca es una organización sin fines de lucro creada para preservar y proteger el parque.