Las congojas para bañarse, lavar la ropa, hacer comida y realizar labores de limpieza acompañan el diario vivir de unos 150.000 pobladores de los barrios del sur de San José.
Lejos de que sean temporales, estos apuros amenazan con prolongarse por al menos dos meses más, según las proyecciones del Instituto Meteorológico Nacional (IMN).
La sequía provocada por el fenómeno El Niño y agudizada por los problemas de infraestructura del AyA ha causado que hasta días enteros transcurran sin que comunidades como Hatillo, San Sebastián, Alajuelita y Paso Ancho reciban una gota del líquido, ya que las reservas que las abastecen están agotadas.
Luis Fernando Alvarado, del Departamento de Climatología del IMN, pronosticó que los efectos del fenómeno persistirán hasta junio, luego de dos años de alterar las lluvias en el país.
No obstante, aclaró que la normalización del servicio de agua no necesariamente ocurrirá al mismo tiempo que el inicio de las precipitaciones, ya que los depósitos del suministro tomarán un tiempo en llenarse.
El déficit de agua estimado en 1.000 litros por segundo (L/s) obligó al Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) a tomar medidas extraordinarias.
“Tenemos un plan de respuesta inmediata que aplicamos desde el sábado pasado. Es solidario porque la única solución es traer agua de sectores que ahora no están siendo afectados. Para eso, vamos a interconectar 10 de los sistemas de agua potable que hay en la Gran Área Metropolitana (GAM), para bombear el líquido hacia el casco sur de la capital”, explicó Yamileth Astorga, presidenta del Instituto.
Con esta medida, dijo la jerarca, se intenta atender un déficit “exagerado”.
La entidad pretende que, en las comunidades más afectadas, de unas 75.000 personas, haya agua al menos seis horas al día, de 4 p. m. a 10 p. m.
Molestias. Mientras tanto, los afectados han tenido que encontrar la forma de subsistir.
“Yo trabajo en el Hospital San Juan de Dios. Estos días he tenido que llevarme el uniforme en un gancho para poder bañarme ahí”, contó Johnny Artavia, dirigente comunal de Hatillo.
“En el barrio hay un camión, y a veces hay personas que se llevan estañones para llenarlos donde amigos o familia que viven en otros lugares, y reparten entre los vecinos”, agregó.
En la casa de María Guzmán, el agua se va a distintas horas cada día, desde hace dos semanas. Ella ha recurrido a tener baldes llenos en el baño y la cocina, y a levantarse de madrugada para poder hacer el oficio de la casa.
Su nieto ha llegado temprano de la escuela en varias ocasiones, debido a que en el centro educativo también se va el agua, y se suspenden lecciones. Tal medida también fue necesaria en el Liceo Roberto Brenes Mesén, en dos ocasiones. Ricardo Bermúdez, subdirector, contó que los servicios sanitarios se ensuciaban tanto que fue necesario enviar a los alumnos a sus casas. Ahora, buscan alternativas.
“Nos hemos tenido que acomodar al problema. Estamos construyendo una estructura para instalar siete tanques de agua, y llenamos estañones para tener en los baños”, detalló.
La afectación de cada zona es distinta. Según Artavia, en Quince de Setiembre, en Hatillo, la promesa de seis horas diarias de agua se empezó a cumplir desde este lunes. Ese día, habitantes de Paso Ancho bloquearon parcialmente la carretera de Circunvalación. La suya era la quinta protesta por agua en una semana.
Sin embargo, la posición de Raquel Arias, de Paso Ancho, es otra: “ Vamos a cumplir 72 horas sin agua. Las calles huelen feo y la gente no tiene cómo bañarse”.
Salud no reporta brotes de enfermedades, pero llamó a los vecinos a tomar precauciones y almacenar el agua correctamente.