El pasado 2 de marzo, los pobladores de Purisil de Cartago recibieron una gran noticia: las tierras donde está su pueblo, ahora sí les pertenecen, después de 20 años de incertidumbre.
La Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia ratificó un fallo del Juzgado Agrario de Cartago, que resuelve el embargo al que estaban sometidos esos terrenos.
Con una celebración discreta, esta comunidad de jornaleros, dedicados al cuido de grandes cafetales, respiró con gran alivio.
Julio Torres, uno de los lugareños, mostró su alegría por el fallo judicial.
“Ahora tenemos muchas esperanzas de que vamos a surgir. Este pueblo se quedó varado en el tiempo, debido a que no sabíamos qué iba a pasar con nuestras casas”, comentó Torres.
Esas tierras pertenecían al millonario iraní Hojabar Yazdani –fallecido en el 2010–, pero, por una deuda suya, una empresa embargó los terrenos antes de ser titulados al pueblo en 1990.
Purisil, ubicado 7 kilómetros al sureste de Orosi, Cartago, tiene cuatro hectáreas de terreno que albergan 39 casas, una iglesia católica, escuela, pulpería, plaza de futbol y un centro de educación y nutrición (CEN).
Esta comunidad, que en un principio fue un pequeño grupo de casas para cogedores de café, con el tiempo tuvo su iglesia, escuela y hasta la plaza de futbol.
Es un pueblo tranquilo y silencioso, donde el sonido de la campanita de la pulpería que alerta a la dependienta sobre la presencia de un cliente, se oye a lo lejos.
Los hombres laboran de 6 a. m. a 2 p. m., mientras que las mujeres se quedan en las casas. Al pasar frente a las viviendas, se podría decir que es un pueblo fantasma, como reconoció Elizabeth Quesada, vecina del lugar.
“De vez en cuando, se hace algún partido de bola y, entonces, la gente sale, pero siempre es muy callado y solo”, comentó Quesada.
El magnate vendió al Gobierno las tierras y las casas de madera para que se llevara a cabo el trámite de expropiación.
Según relatan los pobladores, el presidente de entonces, Rafael Ángel Calderón, les prometió que iba a expropiar los terrenos para que ellos fuesen los dueños legítimos.
Tras esa promesa, los pobladores solicitaron bonos de la vivienda para reparar las casas. El Banco Hipotecario de la Vivienda (Banhvi) les prestó entre ¢100.000 y ¢300.000, que les permitieron hacer las viviendas de
Sin embargo, en 1995 se llevaron una sorpresa cuando pidieron las escrituras, que les fueron denegadas porque la finca estaba en litigio por una deuda que tenía Yazdani con una empresa, la cual embargó las tierras.
Lupe, como la llaman los pobladores de Purisil, es la persona a quien, el 2 marzo, la Sala Primera le concedió la posesión de cientos de hectáreas en Tapantí, donde se hallan bosques, cafetales y Purisil.
Dijo que, resuelto el proceso judicial, se dedicará a delimitar sus terrenos, conocidos como “Hacienda Tapantí”, y los del pueblo.
“Lo que siempre he querido es que exista orden. Fue un proceso muy largo, pero yo respeto lo que es del pueblo”, sostuvo Marconi.
Según los mismos pobladores dentro de dos o tres semanas le estarían dando las escrituras de las propiedades a cada una de las familias de Purisil.