CONDOMINIOS VERTICALES
La diferencia entre edades y culturas exige normas de convivencia para evitar conflictos entre los vecinos que habitan las torres.
Pensionados, solteros y extranjeros son el grueso de inquilinos que viven en los modernos condominios josefinos.
En cada pieza arquitectónica, una junta directiva y un reglamento ponen orden al centenar de familias de las alturas.
“El condominio es la forma más comunista de vivir en democracia: aquí todo es de todos y es cuestión de respetar”, expresó Guillermo Valverde, pensionado, tecnólogo y amante de la vida en edificios.
Su esposa, Ana Elena Kuylen, destacó que la seguridad y la comodidad que brindan este tipo de apartamentos los motivó a comprar uno nuevo en La Sabana.
“Esto es cuestión de gustos. Es cierto que sacrificás el jardín y las flores, pero no me hacen falta. A mí me encanta vivir en este tipo de arquitectura”, manifestó.
Cada edificio tiene sus propias normas y el irrespeto a una de ellas conlleva multas que varían, según el condominio y que pueden llegar a alcanzar el monto equivalente a la cuota de mantenimiento mensual del edificio.
“Uno tiene que leer el reglamento y estar dispuesto a cumplirlo; las reglas del juego son claras, si no está dispuesto a seguirlas, mejor se va a otro lugar”, añadió Kuylen.
El silencio reina entre las paredes y los elevadores que conectan los pisos. Por eso, quienes organizan fiestas, deben asegurarse de que el barullo del festín acabe antes de medianoche.
Entre quienes optan por la vida en altura, la mayoría son propietarios de los apartamentos.