Además de los tamales, el árbol de Navidad y el portal, los limonenses viven las fiestas de diciembre con tradiciones propias, heredadas de sus antepasados.
En Limón, la celebración de Nochebuena es un momento para asistir al culto religioso de preferencia, hacer una cena pequeña, donde lo esencial es ver la cara de los niños al abrir los regalos.
Sin embargo, la verdadera fiesta, con tintes muy propios, estalla para recibir el Año Nuevo.
En unos hogares las tradiciones chinas y en otros las afrocaribeñas afloran para recibir, con buenos deseos, el 1.° de enero.
Música, sabor y abundancia. Para los limonenses afrodescendientes el último día del año está lleno de alegría y la música alegre inunda los hogares.
Desde temprano, las cocinas emanan aromas de especias, de pierna de cerdo, mano de piedra y pollo relleno.
La sopa “levantamuertos” también se prepara el 31 de diciembre, pero se reparte hasta el primer día del año; tal como relata Ivonne Salmón: “ Yo ese día preparo dos ollas de sopa, desde días antes yo compro el mondongo; ya a las nueve de la noche esa sopa esta en su punto para recibir el año. Hay vecinos que dicen que si no les llevo la sopita el Año Nuevo aún no ha llegado”.
El rice and beans con rabo de chancho no puede faltar, así como los doce queques negros. Para ese postre, las pasas y frutillas se ponen en conserva con licor durante los primeros días de enero para ser utilizados, doce meses después, como base del tradicional dulce.
Para los hogares de tradición china, la unión y el respeto a la familia es lo más sagrado, por lo que el Año Nuevo se recibe, siempre, de manera unida.
Días antes empieza la preparación del hogar con la limpieza profunda, la eliminación de las cosas rotas y el perfumado con incienso.
Colores como el rojo y el dorado predominan en la decoración y vestimenta con el fin de llamar la prosperidad.
Las primeras horas del 31 de diciembre se dedican a realizar culto. Además, se acostumbra quemar papeles que llevan escritos el nombre de un familiar fallecido y un deseo para el año que se inicia.
Doña Teresa (Po Chun Chow Lee) mantiene las tradiciones de sus ancestros en su hogar. Ella cocina para la familia de sus siete hijos. “Cada tradición la respetamos y se las vamos enseñando a los más pequeños”, dijo la matriarca.
La cena está compuesta de doce platos diferentes, entre los que están el queque chino blanco, empanaditas de camote, tamales chinos y gallina blanca en salsa de jengibre. La abundancia de comida es una solicitud para que en el Año Nuevo nunca falten los alimentos.
Otra de las tradiciones es la quema de pólvora. “Si la pólvora no suena duro, todos nos preocupamos porque es señal de que será un año muy difícil”, explicó Katia Sánchez Chown.