24-03-13; Domingo de Ramos; Procesion de la Iglesia de la Soledad a la Catedral de San Jose; Fotos: Anel Kenjekeeva (Anel Kenjekeeva)
En el Evangelio de San Lucas, uno de los ladrones crucificados junto a Cristo le pide que no lo olvide cuando entre al reino de los cielos.
Y Jesús, desde la cruz, le asegura que ese mismo día estarán juntos en el paraíso.
Monseñor Hugo Barrantes se aferró a este pasaje bíblico para pedirles a los fieles que asuman la misma actitud de fe del ladrón bueno, que confió en la salvación por medio de la Pasión de Jesucristo.
Barrantes instó a los católicos a entregar su vida al Señor, a actuar “con confianza”, con obediencia y humildad, y a vivir con fe porque Jesús vino a la tierra a salvarnos.
Así concluyó el arzobispo capitalino una jornada colmada de palmas y fiesta: el Domingo de Ramos con el que arranca la Semana Santa y en el que se conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén.
Temprano, desde el atrio de la iglesia de la Soledad, situada en el barrio chino, el arzobispo bendijo las palmas y exhortó a la concurrencia a obedecer a Dios y a las autoridades.
“Porque hoy nadie quiere obedecer a nadie, ni siquiera a la Policía de Tránsito”, dijo actualizando el sermón a nuestros tiempos.
La banda de San José acompañó a la procesión por el paseo de la Unión Europea (bulevar de la avenida 4), que se volvió angostísimo para la concurrencia que insistía en acercarse a la imagen de Jesús.
De nada sirvieron las advertencias de no tocar a la burrita para que no pateara. Chepita, como la llaman, está a punto de dar a luz, y se comporta mucho más arisca que de costumbre.
Viajó desde el Portón Español, en Belén, para llevar en sus lomos la imagen del Redentor. Es su cuarta procesión, según informó Jorge Villalobos, responsable de protocolo del Ayuntamiento capitalino.
El peregrinaje culminó a un costado de la catedral metropolitana, donde un grupo de actores representó la entrada de Jesús por las puertas de la ciudad.
En el interior del templo, no cabía un alma más. Adelante, en el altar, hubo espacio para el presidente del comité organizador de los Juegos Centroamericanos, candidato y alcalde, Johnny Araya.
A un costado, e intentando pasar inadvertido, Jorge Villalobos le hacía señas y gestos insistentes para que se hincara, justo cuando el arzobispo anunciaba la consagración del vino y el pan.
Ajena a estas curiosidades, Ana Arias agitaba su palma bendita en entre el tumulto. Viajó desde San Francisco de Dos Ríos para pedir por “algo muy importante” que prefirió reservarse...