76 por su edad; 41 por su año de nacimiento (y 14 al revés); 36 por los años de casado con Mercedes Ríos; 02 y 20 (al revés y al derecho) por el número de hijos; 65 por la edad de su esposa...
Entre las 40 fracciones que Hugo Zamora González compró de a poquitos, este año había de todo. Pero le faltó el 06. Aunque al final pegó unos ¢20.000 en terminaciones.
"¡Ahhhh! Yo que pensaba que saldría un número alto", comentó segundos después de conocer que el 06 con la 489 quedó repartido en varias partes del país entre varios nuevos millonarios.
"Yo compro, pero no juego un número fijo", contó minutos antes del inicio del sorteo, en su casa, en residencial La Esmeralda, en Purral Arriba de Goicoechea, San José.
Acostumbrado a jugar lotería, Lotto, tiempos y chances, Zamora, de 76 años, aún confía en que la buena suerte le permitirá, antes de morir, "pegar un buen bombazo para dejarle algo a ellos".
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De hecho, estuvo esperando con mucha ansiedad pegar el acumulado de la lotería, que salió hace una semana y premió con ¢960 millones al portador del número 69 con la serie 487.
A su lado, su esposa Mercedes Ríos lamentó no haber comprado el 06.
"Era el que jugaba Marvincito el de Tere. Marvincito nació un 6. ¡Ya soñaba yo con ir a Roma adonde el Papa!", comentó Mercedes para luego contar que Marvin es ahora un joven de 24 años que está en el ejército de los Estados Unidos.
"Quizá Tere dejó encargado a alguien que comprara... ", pensó en voz alta Mercedes. Quizás.
Con el corazón bajo control
Martes, viernes y domingos, esta pareja de esposos con 36 años de casados espera que se cante la lotería. Este domingo no tenía porqué ser diferente.
Solos, frente a la enorme pantalla de televisor que tienen en la sala de su casa, se sentaron a pierna cruzada a esperar. Se veían tranquilos.
"¡Qué dicha que no pusieron al viejo! Siempre que sale me trae mala suerte. Hoy no está. ¡Qué dicha!" comentó cuando empezaron a rodar las tómbolas, en el salón del Colegio de Médicos, donde este año se cantó el Gordo.
Sobre el sillón rojo, Hugo Zamora empezó a colocar cada una de las fracciones que adquirió, incluso a última hora, este domingo, en un rato que salió al centro comercial a hacer un mandado.
Mercedes y Hugo juegan siempre que pueden. Dedicados a la serigrafía en el taller que tienen en su propia casa, tienen sueños como muchos otros jugadores de lotería.
Merce, como la llama Hugo, quiere conocer al Papa. Pero Hugo la quiere llevar antes a Cuba a dar una vuelta.
Trece años después de haber sido operado a corazón abierto, Zamora también puso a prueba su fortaleza con cada número que cantaban en el sorteo del Gordo Navideño.
En su corazón lleva una válvula mecánica y tres by pass. "Longino (en referencia al cirujano Longino Soto Pacheco, ya fallecido) me dijo una vez: 'se salvó porque usted es flaco porque a usted, para que se muera, lo van a tener que agarrar a garrotazos'"
La decepción no lo golpeó mucho. Su corazón respondió sin mayores aspavientos.
Con cierta dosis de resignación, Zamora dijo que esperará tranquilamente este lunes para revisar la lista que publique el periódico para ver si, escarbando entre números y series, puede recuperar un poco de lo invertido.
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Después, entrará al taller de serigrafía y, junto a su esposa, trabajarán varias horas para cumplir con las entregas que tienen pendientes para finalizar el año.