Después de 12 años viviendo como precarista, Mesías Badilla Acuña siente que es un logro convertirse en propietario de un lote del barrio San Vicente de La Carpio, distrito de La Uruca.
“Luego de tantos años, es un triunfo tener un título de propiedad”, declaró entusiasmado.
El sueño de Badilla se hizo realidad el pasado viernes, cuando firmó las escrituras que lo convirtieron en dueño del terreno.
“Lo que más echaba en falta era ser dueño legítimo para poder hacerle arreglos a la vivienda”, declaró el titular.
En su caso bastó con que cancelara ante el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) la cantidad de ¢91.211, pues hasta el momento era esta institución la propietaria de las fincas en las que se estableció el asentamiento informal.
Este monto se determinó con base en sus ingresos, de acuerdo con lo expuesto por la Fundación Promotora de la Vivienda (Fuprovi).
“Recibo una pensión muy baja por régimen no contributivo”, apuntó este hombre, de 79 años, que trabajó como agricultor y comerciante de sodas y pulperías.
Sin embargo, según dijo, adquirió ese lote en el año 2000 por una suma de ¢2 millones.
Volver a empezar. Antes de vivir en La Carpio, Badilla era vecino y propietario de una casa en el distrito de León XIII, en Tibás.
Tras fallecer su esposa, tomó la decisión de vender su propiedad, pues todo le recordaba a ella.
“Me sentía triste y melancólico, porque allí había pasado con ella una época muy importante de mi vida”, expresó.
Entonces fue cuando Badilla buscó un nuevo lote para trasladarse con su hija, con la que vive en la actualidad.
En su relato, este agricultor pensionado reconoció que, con el dinero obtenido de la venta de su casa, no le alcanzaba para comprar un terreno en otro lugar que no fuera La Carpio, comunidad que considera peligrosa y poco segura.
Reconoce que por las noches no sale ni a la puerta. “A las balaceras uno se acostumbra”, comentó.
Poco a poco construyó su residencia, de la que hoy es legalmente propietario.
Paredes de concreto, techo de cinc y algunos tablones de madera, que separan el cuarto de su hija del sanitario, forman la estructura.
Dueños legítimos. Los otros dos beneficiarios de este proyecto de desarrollo son José Joaquín Rodríguez y Neftalí Porras.
Junto con Badilla. coinciden en que lo que más anhelaban era llegar a ser dueños legales.
Además, los tres comparten una intención: realizar arreglos en la estructura y así mejorar sus condiciones de vida.
Por ahora, son la envidia del resto de los vecinos que aún están a la espera de que el IMAS apruebe sus expedientes.