Sepecue. Talamanca. Cuando era niño y asistía a la escuela, el indígena Armando Mayorga Oliver rompió una prohibición expresa de su maestro y pronunció unas cuantas palabras en bribri.
Para huir de un reglazo en la cabeza o de un fuerte pellizco, Mayorga, quien hoy tiene 65 años, corrió a la casa de un tío.
“Le pedí que me cortara el pelo bajito y al día siguiente regresé a clases. Cuando hacía fila, el maestro me vio y me dijo: ‘¿Ves?, te cortaste el pelo, pero no las orejas’. El maestro me jalaba las orejas por hablar bribri”, narró Mayorga.
Para no escuchar una sola palabra en el idioma local, muchos de los educadores les ordenaron a los padres que reprimieran a sus hijos si no hablaban español.
Por ese motivo, decenas de indígenas olvidaron su idioma.
Otros, como Mayorga, todavía lo conservan porque por años lo hablaron a escondidas.
“Nuestros padres aceptaron y, si hablábamos en bribri, nos metían unos cuantos fajazos”, lamentó Mayorga.
Cambio. La consecuencia es que ahora hay indígenas que solo se comunican en español.
“Los jóvenes tienen verguenza de hablar bribri. Nuestra lengua se ha ido perdiendo y no debe ser. Los muchachos deben hablar bribri, español, inglés y cualquier idioma que necesiten”, afirmó este indígena.
Mayorga considera que, para recuperar la cultura, los maestros y profesores deben ser de los poblados aborígenes.
Según dijo, así los niños y los jóvenes no solo aprenderán los contenidos de asignaturas como Matemática, Español, Ciencias y Estudios Sociales, sino también el idioma, la música autóctona y otras costumbres.
Mayorga sabe la importancia de estudiar y, por eso, no dudó en hacer un reclamo: “Pido la mejor educación para mi pueblo, tanto en bribri como en castellano”.