Encontrar cómo ocupar a los estudiantes con “huecos” en sus horarios, con recursos y espacios muy limitados, ha obligado a los directores de centros educativos y docentes a ponerse creativos.
En el Liceo Sinaí, ubicado en Pérez Zeledón, los padres de familia firman un acuerdo con la institución para utilizar el tiempo del estudiante en actividades extracurriculares.
“Aquí se firma un contrato de horario con el padre de familia para que sepa en qué están sus hijos. Tenemos espacios locales como la biblioteca y la soda para que ellos se recreen,” explicó Adrián Solís, director del colegio.
“Nosotros nos hemos abocado a la construcción de espacios deportivos, culturales y de participación en festivales de artes y ciencia”, agregó.
A criterio de Solís, estas herramientas permiten que el adelanto de materias se consolide en una alternativa beneficiosa.
En el Liceo de Curridabat, también se apuesta por coordinar el uso del tiempo con los padres de familia. El director del colegio, Roberto Paniagua, explicó que se evita que pasen tiempo solos.
“Cuando no hay opción para ubicarlos en ninguna parte, ellos comprenden, y la colaboración de los orientadores y profesores contribuye a neutralizar para no entorpecer las lecciones. No lo hemos visto como algo catastrófico”, indicó Paniagua.
Mientras tanto, en el Liceo de Moravia, en San José, están haciendo la prueba de permitir a los alumnos con tiempos libres que asistan a sus compañeros en las materias que ya dominan.
Otra propuesta es que los estudiantes permanezcan en las aulas como oyentes para evitar que pasen tiempo ocioso en los pasillos o los corredores.