Dennis Meléndez es quien debe dar la cara por los aumentos en los recibos de agua, luz y combustibles que tienen aterrados a los costarricenses. Al tiempo que suben las tarifas, se incrementa el sueldo de los altos jerarcas de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos.
La primera solución que le dio a Solís para bajar el recibo de los combustibles fue eliminar el impuesto único. ¿Es esa, riesgosa e inviable, su mejor propuesta?
Bueno, no, no. El presidente nos solicitó que le diéramos las opciones para poder bajar el precio de los combustibles y simplemente le dijimos: ‘Mire, están estas opciones pero tenemos que reconocer que eso es algo complicado, sobre todo en la actual situación fiscal’.
Nada más lo lanzó al aire y, bueno, que el Gobierno se las ingenie.
Si (Solís) considerase que es urgente bajar los precios, pues podría hacerlo por esa vía. Siempre existen posibilidades de buscar otros impuestos, pero hablar de impuestos nunca es algo agradable.
El presidente le llamó la atención dos veces en una semana. ¿Chinchilla lo hizo alguna vez?
No, no, pues en el Gobierno anterior no se presentó nada por el estilo. En algunas ocasiones, fuimos llamados a la Casa Presidencial, pero conversando, siempre logramos explicarlo (metodología, aumentos) sin ningún problema. Cuando se dan aumentos, para todos los Gobiernos, es doloroso. Pero, diay, no hay más remedio que hacerlo.
¿Se siente acosado por el Gobierno?
Bueno, yo no sé si será simplemente un cambio en el estilo de gobierno, pero no tenemos ningún inconveniente si se hace así (mediante cartas) o de cualquier otra manera. Más que ponernos a juzgar si es acoso o no, me parece que es una cuestión de estilo.
¿Cuál es su relación con el Ejecutivo?
Mire, no, no. Es que ha sido tan poco el plazo y el Gobierno apenas se está acomodando... Yo creo que, de alguna manera, esta carta (de Solís) ya ha servido para, por lo menos, sentir que nosotros existimos. Por un momento, creí que no existíamos para el nuevo Gobierno, pero, bueno, ya vemos que, efectivamente, somos importantes, me parece.
¿Dice que es buena señal que Solís insista en pedir explicaciones?
Me parece que eso nos ayuda muchísimo en la labor de regulación, porque, de alguna manera, pone en la opinión pública el tema de cómo se hacen las fijaciones tarifarias.
El tono de Solís, ¿es positivo?
Sí, sí, para decirlo de esa manera me parece que sí (...). El presidente fue muy respetuoso y, consecuentemente, con el mismo respeto, es nuestra obligación responder. Más bien, me alegra que estos temas se pongan a disposición pública.
La idea es que él no pueda incidir en la labor de Aresep y que así se tomen decisiones técnicas y no políticas. ¿Debería ser distinto?
No, no. Considero que es muy sano que el proceso de fijación de precios sea totalmente autónomo de cualquier decisión de carácter político. Esto debe ser una decisión técnica y no una decisión política.
¿No ve pleitos de poder? ¿Está eximido de la influencia política?
Los reguladores nunca coinciden con los cambios de gobierno; eso deja claro que lo que se quiere es convertir a Aresep en un ente técnico, sin presión política. Aresep no puede recibir ninguna instrucción del Ejecutivo; el presidente no puede dar órdenes. Pero puede atender sugerencias o considerar cambios.
¿Se siente marcado por quienes lo nombraron (en el 2010)? ¿Afecta sus labores el cambio de mando?
No, no. Yo espero que no. Y me parece una bonita oportunidad esto de que el presidente haya traído a la palestra la discusión sobre metodologías; así, la gente pone atención.
¿Es la pretensión de Solís (de cambiar metodologías tarifarias) un camino realista, viable? ¿Surtirá efecto tanta insistencia?
Puede ser que alguna metodología le dé una pequeña variación con respecto a otras, pero el problema real está en otra parte. Aresep lo único que hace es contabilizar todos los costos de los regulados y traducir eso a una tarifa “justa”. Pensar que un cambio en metodología irá a causar un cambio importante en las tarifas resultantes, eso sí que no lo deberíamos esperar.
Usted es la cara responsable de las alzas en agua, luz y combustibles. A usted, como ciudadano, ¿le parecen excesivas?
Mire, yo creo que siempre hay campo para revisar los costos con que trabajan las empresas que prestan los servicios. Ahí no es que sea justo o no, quizá lo injusto que eso tiene es que muchas de las inversiones debieron hacerse antes para distribuir mejor los costos.
¿Qué opina de eliminar monopolios para bajar recibos?
Ya hay algún grado de competencia. Lo que sí hay que hacer es permitir mucha más participación del sector privado, porque el Estado no tiene capacidad para realizar todas las inversiones necesarias y, sobre todo, la capacidad de ejecución. Yo no sé si eliminar el monopolio, pero sí, por lo menos, permitir mucha más participación privada. El principal problema es el tope del 15% que tenemos ahorita, que no sé quién lo determinó ni por qué. No hay razón técnica para justificarlo.
En relación con el método para fijar los salarios de Aresep y el alza de ¢1 millón a su sueldo, usted no tiene la potestad para cambiarlo, ¿pero qué le parece?
Hay que hacer un estudio enorme sobre el manejo de salarios del sector público. Hay que ir avanzando hacia un régimen salarial único para todo el Gobierno, uno que los englobe a todos y que no permita ajustes automáticos. Deberíamos buscar algo mucho más racional.
¿Estaría dispuesto, entonces, a modificar ese sistema actual?
Debe haber uno intermedio que remunere a los funcionarios de acuerdo con qué tan efectivos son.
¿Ese salario de ¢7,1 millones es un salario justo para un regulador? ¿No le resulta excesivo?
Mire, si uno lo compara con los salarios de otras instituciones, me parece que para las responsabilidades que tiene el regulador, diay, es un salario incluso por debajo del promedio. Son demasiadas; es que la gente a veces no ve que uno está expuesto absolutamente a todo, es muy complicado. Se debe tener una remuneración que lo compense.
¿Fue una reacción exagerada la que generó su aumento de salario de un solo golpe?
Mire, lo exagerado fue ese brinco que pegó. Si uno lo ve aisladamente, en efecto fue algo exagerado. Ya, si ese salario es justo o no, o si yo tengo las condiciones, eso es algo que no me corresponde valorar. A la Junta Directiva no le quedó más alternativa que hacerlo, por ley.
Le quedan casi dos años más de gestión. ¿Cómo pronostica que será el tiempo restante? ¿Cada vez más complejo?
Lo más difícil ya lo hemos ido superando; viera lo que nos ha costado el rediseño de todos los procesos y las metodologías. De aquí en adelante la situación va siendo cada vez más sencilla en cuanto a que hay menor grado de incertidumbre y más transparencia.
¿Espera más cartas de Solís?
No sé, lo que yo sí puedo decir es que todas las cartas y consultas que quieran, las podemos responder.