María Guadalupe Mejía reunió los ahorros y los aguinaldos de su familia y salió a la calle a comprar todo lo que pudo en lotería.
Gastó ¢800.000 en fracciones y enteros de números altos y bajos con la esperanza de sacarle ganancias a su inversión. Lamentablemente, el pasado domingo Mejía no resultó favorecida en la tómbola de la suerte.
Para esta vecina de Pavas y aficionada a la lotería, fue así como se derrumbó su sueño de convertirse en millonaria y de comprar casa propia.
“Uno juega como pobre para pegarse alguito, Ahora se me fue el sueldo de mi marido, el mío, todos los aguinaldos. No voy a estrenar porque pegué solo terminaciones”, comentó Mejía.
Aseguró que no volverá a comprar lotería. “Esto es un robo. Nunca más vuelvo a jugar lotería; ahora quedé más pobre”, añadió.