La promesa de Fonatel de llevar telefonía fija e Internet a 5.000 habitantes de caseríos de dos cantones de Limón, aún no se materializa, a pesar de que ambos proyectos fueran entregados, oficialmente, en mayo pasado.
¿Qué es Fonatel? Escasos pobladores lo saben. Algunos han escuchado “algo” sobre sus iniciativas, pero no tienen noticias sobre avances en los planes y mucho menos señales de que puedan conectarse.
En este caso, el Fondo Nacional de Telecomunicaciones (Fonatel) financió la infraestructura para que las telefónicas inauguraran los servicios en Roxana de Pococí y Pacuarito de Siquirres.
El primer proyecto fue adjudicado a Movistar en julio del 2013, mientras el segundo lo ganó el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) en setiembre. Ambos “quedaron listos” meses atrás.
Poco cotizado. Algunos vecinos incluso cuestionan ahora el propósito de darles teléfonos fijos con acceso a la red si ni siquiera tienen computadora y pueden conectarse por medio del celular.
Ese fácil acceso al teléfono móvil y la creciente cobertura de señal celular e Internet– aún en los rincones del Caribe– hace que los servicios que lleva Fonatel resulten “innecesarios”, costosos o incluso extemporáneos para muchos pobladores del litoral caribeño.
En un recorrido por ambos cantones, la semana pasada, La Nación encontró que en Pacuarito de Siquirres ni siquiera están enterados del plan de Fonatel, pero todos los miembros de las familias –con edad suficiente para maniobrarlo– tiene celular prepago.
“Aquí no han llegado a ofrecernos Internet; puedo asegurar que nadie por aquí tiene eso o teléfono de casa. Si me ofrecen un plan con buena velocidad y a buen precio, yo sí lo pensaría”, dijo Daniela Trejos, de 26 años y vecina de Pacuarito.
Un panorama distinto es el que se vive en Roxana de Pococí. Ahí, vecinas como Reina Duarte, María Rojas, Aurora Guido y Alcides Rosales contaron que un empleado del ICE pasó a ofrecerles teléfono fijo e Internet hace un mes.
El problema, criticaron, es que ese hombre solicitó a los interesados apuntarse en una lista y prometió volver en cuestión de una semana “con los servicios a mano, pero no volvió a pasar”.
Algo similar les ocurrió por 20 años con la empresa distribuidora de agua, comentaron, por lo que más que conexión celular, urgen de líquido potable. En comunidades del distrito de Roxana de Pococí lo usual es que las familias perforen pozos para abastecerse.
Los dos planes de telefonía en el Caribe representaron para el Fondo una inversión de ¢250 millones. Aún no sale a la luz cuántos clientes han comprado los servicios de las operadoras desde que anunciaron sus planes; Movistar y el ICE todavía no han facilitado tales datos.
La Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) no fiscaliza la relación entre operadoras y clientes; tampoco si los proyectos surten efecto en las comunidades.
“Nosotros solo garantizamos que la infraestructura llegue; no nos toca regular cuántos clientes tienen o tendrán las operadoras. Eso depende de los vecinos, si lo agarran”, dijo Eduardo Castellón, vocero de la Superintendencia.
Entre los 5.000 pobladores beneficiados con los dos planes de Fonatel están, según la Sutel, 1.250 alumnos de 15 escuelas y colegios. Se conectaron cinco Ebáis de la Caja Costarricense de Seguro Social.
Como parte del recorrido, este medio visitó algunas de esas instituciones, mas se topó con centros educativos fuera de servicio por vacaciones y Ebáis cerrados por rol.
En el bar Sudeka, en Siquirres, admitieron que, aunque no ha llegado Fonatel, no les interesa la oferta. En la pulpería La Lucha, en Aguas Frías de Pococí, cuentan con teléfono fijo hace unos seis años.
Sin fin. La labor de las telefónicas no termina aún; está pendiente desarrollar la segunda etapa del plan, que consiste en llevar computadoras y conexión a las escuelas y colegios de esos mismos cantones.
Castellón, de la Sutel, informó de que esta etapa es más compleja que la primera pues se requiere de coordinación con el Ministerio de Educación Pública. A la cartera le corresponde ajustar la infraestructura de los centros y capacitar a los docentes en el uso de tecnologías.