La lucha por atraer pasajeros en varios cantones del país ha convertido las calles en un campo de batalla entre los taxistas ilegales o piratas y los autobuses de transporte público.
Naranjo, San Ramón y Palmares, en Alajuela; Guápiles, en Limón y Desamparados, Escazú y La Uruca, en San José, son, según la Policía de Tránsito, algunos de los lugares donde esta pugna es más evidente.
Uno de los detonantes del problema, según el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), son las presas, ya que promueven la necesidad en los pasajeros de buscar un transporte más ágil y rápido.
Varios usuarios consultados por La Nación coincidieron con eso, como Rebeca López, vecina de La Uruca. Ella asegura que en ocasiones el bus tarda tanto en aparecer que, aunque deba pagar más, prefiere utilizar un pirata o porteador.
Mauricio Coto, quien vive en Naranjo, comentó que ha usado los taxis piratas por la urgencia de llegar más rápido a su destino. Sin embargo, reconoció que en esa comunidad la gran cantidad de estos vehículos se está volviendo un problema.
“Yo creo que se les está pasando la mano a esta gente. Ahora usted en todo lado ve piratas y esto se presta para todo. Creo que el MOPT debe controlar esto para que no sea peor”, alegó Coto.
Cálculos del MOPT indican que en el país existen unos 5.000 transportistas alternativos, entre piratas y los del Servicio Especial Estable de Taxi (SEE Taxi).
Dos visiones. Para los empresarios, lo que falta es mano dura por parte de las autoridades para controlar la proliferación de estos transportistas informales.
Carlos Barquero, empresario de buses en Naranjo y Palmares de Alajuela, asegura que se trata de una competencia desleal.
“En este campo de batalla estamos como burro amarrado contra tigre suelto. A mí me exigen pólizas, pagar impuestos, tener unidades nuevas. Sin embargo, esta gente nada más compra un carro barato y comienzan a trasladar gente”, expresó.
El autobusero de San Ramón de Alajuela, Willian González, resaltó que las compañías deben respetar los horarios y cantidad de buses que trabajan.
Explicó que si requieren ampliar las horas de salidas, por ejemplo, deben pedir antes autorización del MOPT. Algunos de estos trámites pueden durar años en resolverse, aseguró.
“Estamos ante un gran problema porque los usuarios no entienden que, si por nosotros fuera, tendrían un bus cada cinco minutos, pero no depende de nosotros, sino del Ministerio. En cambio, los piratas dan vueltas y hasta delante del bus se van recogiendo gente”, añadió González.
Entretanto, los transportistas informales se defienden.
Víctor Solera trabaja de porteador en La Uruca y luego de jubilarse se vio obligado a buscar “una entrada extra”, ya que no logra cubrir todos sus gastos con la pensión que recibe.
“Ser porteador o pirata es la alternativa para muchos hombres y mujeres que, por su edad o falta de estudios, no los contratan en otros lugares”, adujo Solera, al aceptar que deben laborar al margen de la ley.
Acciones. El viceministro de Transportes, Sebastián Urbina, señaló que no se trata de una “tarea fácil”, pero preparan acciones para mejorar el servicio público de buses para motivar a los usuarios a optar por el transporte regulado por el MOPT.
Además, en cantones de Alajuela la Policía de Tránsito tiene órdenes de hacer operativos para erradicar a los taxis piratas.