El pequeño Josen Villafuerte tenía sed, vio una botella de una conocida marca de agua y trató de abrirla para tomar. Como no pudo con las manos decidió jalar la tapa con la boca. Aquella decisión fue fatal para el menor de 10 años.
El recipiente no contenía agua, sino cloro disuelto de pastilla industrial. El químico lo había comprado su abuela en una pañalera, para limpiar los baños de la casa.
Aquel 8 de agosto de 2015, Josen no tomó el líquido. Con solo inhalar los gases que produce la sustancia se descompensó.
Dos años después, Josen recuerda que al abrir con la boca la botella sintió que se quemaba la garganta, tuvo mareos, le costaba hablar y empezó a ponerse morado.
«Sentí horrible, sentía que me estaba quemando por dentro», relató el menor.
El incidente ocurrió cerca del mediodía, horas después los médicos del Hospital Nacional de Niños le indujeron un coma. Despertó dos semanas después.
Según Jeimy Ruiz, madre del niño, la pastilla, fue comprada en una pañalera en Pavas en una bolsa plástica y sin ningún tipo de advertencia.
Casos como el de este pequeño han encendido las alarmas en el Hospital Nacional de Niños y el Centro Nacional de Intoxicaciones (CNI), debido a la falta de controles en la comercialización de estos productos, especialmente, en los locales conocidos como pañaleras.
Esa intoxicación con la pastilla compuesta con ácido tricloroisocianurico es la más grave que el Centro de Intoxicaciones ha atendido en los últimos años, a consecuencia de la venta de esos químicos en esos negocios. Sin embargo, no es el único caso.
El año anterior, otro niño de cuatro años, agarró una pastilla de cloro y sufrió graves quemaduras en las manos, pues, esa sustancia es corrosiva.
La distribución de veneno para roedores en presentaciones similares a confites o cajetas es otra cosa que preocupa al CNI, pues, algunos padres los dejan al alcance de los menores y se pueden confundir.
Viviana Ramos, subdirectora del CNI, afirmó que todos los días atienden, al menos, una llamada de emergencia en la que el consultante dice haber comprado productos de limpieza en pañaleras sin información en la etiqueta.
El CNI atiende, en promedio, 60 llamadas diarias.
Riesgos
Las intoxicaciones con productos de limpieza suelen causar quemaduras en boca, estómago, esófago, lesiones en los ojos, daños permanentes en los riñones y complicaciones respiratorias.
Los datos en el envase sobre la composición química del producto y su grado de concentración son claves, según Ramos, a la hora de atender una emergencia.
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La preocupación del CNI sobre este tema los ha llevado hasta a realizar compras como “incógnitos” en pañaleras para verificar las irregularidades en la venta de químicos y productos de limpieza.
Incluso, han enviado notas al Ministerio de Salud para advertir del problema.
La oficina de prensa del Ministerio de Salud respondió a este diario que "todas las semanas" realizan inspecciones en pañaleras y que han decomisado artículos que no cumplen con la regulación nacional. No obstante, no suministraron datos sobre la cantidad y tipo de mercancía decomisada, los lugares y fechas.
Se trata de un tema a cargo de la Unidad de Normalización y Control de la Dirección de Regulación de Productos de Interés Sanitario.
Para la Cámara de Comercio, las pañaleras representan otro inconveniente, el de la competencia desleal al vender productos más baratos, pero sin cumplir la normativa sanitaria, según explicó Jason Chaves, director del Observatorio del Comercio Ilícito de esa organización.
"Este es un problema que ha estado invisibilizado incluso por las autoridades y produce una competencia desleal frente a comercios que sí cumplen con todos los requerimientos técnicos", señaló Chaves.
De los 800 afiliados a la Cámara ninguno está registrado como pañalera.
A la vuelta de su casa
A trescientos metros de la casa de Josen, en Pavas, una pañalera tiene un rótulo en su venta: "Hay pastilla de cloro".
Este diario compró una muestra de ese producto y comprobó que lo venden en una bolsa plástica transparente sin ningún tipo de advertencia. Al preguntarle al dependiente sobre los riesgos y cómo se debe manipular ese producto respondió que no hay peligro.
Solo advierte que no debe debe partirse en cuatro pedazos antes de disolverla en agua.
Luego de hacer la compra, se realizaron llamadas al establecimiento, pero nunca atendieron.
Jeimy Ruiz, madre de Josen, criticó que existan pocos controles para evitar la venta de ese tipo de productos.
De acuerdo con la CCSS, en 2016 se atendieron 3.525 niños intoxicados con químicos, la mayoría por ingesta accidental. En ese mismo año, el Centro Nacional de Intoxicaciones, atendió 13.198 consultas, en su mayoría por teléfono.