Desde hace 10 años, Lorena Sánchez no sabe lo que es ser atendida por un médico.
Tiene 37 años, es madre de seis hijos y reside en una pequeña vivienda en un terreno fangoso, con una improvisada cocina afuera, en el barrio Juan Pablo II, en la periferia de Limón.
“Vendo lotería para otra persona, apenas me alcanza para comer; levanté esta casa con un poco de madera que me regalaron y aquí vivimos todos en una habitación.
”Si voy al hospital, me piden que pague el seguro. Hace muchos años tuve uno voluntario, pero no lo puedo pagar, y me exigen que cancele lo atrasado y yo no puedo”, aseguró.
A sus hijos, dijo, solo los lleva cuando hay una emergencia porque están en la escuela y solo así los atienden.
Otras limonenses afrontan situaciones parecidas. María Luisa Monge Valladares tiene una hija que vive con ella y es madre de seis hijos. Según Monge, a su hija no la atienden porque carece de seguro.
“Yo tengo seguro del Estado, que me lo dieron hace unos años, cuando me operaron de cáncer de cérvix. En esta casa, cinco han muerto de ese cáncer”, aseguró Monge.
“Lo hacen firmar a uno por una cantidad de plata que no tenemos. A mi hija no la atienden en emergencias. Ella tiene seis chiquitos; a veces anda con la cara hinchada porque ni para una muela la atienden”.
En la CCSS afirman que su propósito es que la mayor cantidad posible de gente tenga algún tipo de seguro, no importa si es del Estado o del régimen no contributivo, que la Caja otorga a quienes son tan pobres que no pueden pagar una cuota.