Un hijo no debe quedar bajo el cuido de un 'dispositivo electrónico'.
Tampoco la decisión de tener un hijo debería tomarse sin una buena dosis de responsabilidad porque el mundo hoy es más complejo y peligroso para nuestros menores, y los hijos no son mascotas, advierte el pediatra Alberto Morales Bejarano.
El 20 de enero, Morales se acogió a su pensión tras casi cuatro décadas trabajando para la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Morales es uno de los fundadores de la Clínica del Adolescente, del Hospital Nacional de Niños (HNN), de la cual fue director hasta el momento de su retiro.
Considerado uno de los expertos más respetados del país y de la región latinoamericana en el tema de la adolescencia, Morales denuncia que el país ha perdido más de dos décadas sin tomar medidas contundentes para la protección de quienes tienen menos de 25 años, que representan el 29% de la población nacional.
Esto explica, entre otras cosas, que en los inicios de la edad adulta se comiencen a detectar problemas serios que no fueron tratados tempranamente. Por ejemplo, la depresión, que en la actualidad afecta a un 15% de los colegiales, según la última encuesta de la Clínica del Adolescente.
"Y estamos sentados sin hacer nada. Es más: mirando hacia otro lado", advierte el pediatra.
Desde su nuevo puesto como presidente de la Asociación Pro Desarrollo Saludable de la Adolescencia --ligada a la Clínica del HNN-- Alberto Morales promete dar seguimiento a un acuerdo reciente de la Junta Directiva de la Caja, para crear, en un plazo no mayor de dos meses, una política y un plan de atención integral a los adolescentes.
¿Todavía se puede hacer algo cuando las amenazas que enfrentan nuestros adolescentes son más complejas?
Claro que sí. Nos cogió tarde pero tenemos de cuatro a cinco gobiernos por delante (20 años en promedio) para hacer cambios sustanciales. Esto tiene relación con el bono demográfico. Si a la Población Económicamente Activa le damos buena salud y educación, esta gente va a estar en capacidad de potenciar el desarrollo del país.
"¿Cuándo empieza a desaparecer esa ventana de tiempo? A partir del 2022. Tenemos unas décadas por delante porque esto no va a ocurrir súbitamente para poder hacer políticas que impacten y dar buena salud y educación a esta población que va a tener la responsabilidad de asumir las riendas del país.
"El programa de atención integral al adolescente lo hemos escrito tres veces, la última en el 2011. Ya lo probamos a finales de los 80 cuando teníamos cien clínicas del adolescente en la CCSS. Hemos perdido por lo menos 22 años. No sé adónde estaríamos si hubiéramos continuado el proceso que se había iniciado en los años ochenta. Nosotros éramos líderes en América Latina y el Caribe en la atención de adolescentes. Pero todo esto se vino abajo porque, posterior a la reforma (de inicios de los 90), nadie se interesó por el tema y quedó al garete. Uno gritando diciendo que estaba pasando esto y la gente viendo para otro lado".
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¿Cómo son los adolescentes ticos del 2017 comparados con los del inicio de la clínica, hace más de 30 años?
La idea de la atención de adolescentes surgió con la expectativa de una demanda que venía producto de la sobrevida que tenían los niños que se convertían en adolescentes y tenían alguna enfermedad crónica. No conocíamos la realidad de nuestros adolescentes porque las mismas estadísticas vitales los invisibilizaban. Hubo la necesidad de acercanos a esa realidad. El hospital es pionero en esto, fue donde se creó el primer servicio diferenciado para adolescentes.
"En esa etapa era de interés las enfermedades crónicas. Había un gran tema que era el embarazo en la adolescencia. Nosotros también nos metimos en ese tema y fuimos a tres lugares a trabajar: el Liceo de San José, el Colegio de Señoritas y la Escuela Juan Rafael Mora (sus últimos años). Fuimos a ver cuáles eran sus problemas y vimos que giraba siempre alrededor del tema de situaciones familiares conflictivas; de desconocimiento de toda su sexualidad y la necesidad de consejería, y sobre su propio desarrollo normal. Había también un grupo donde el tema de la violencia intrafamiliar también aparecía".
¿Y la violencia entre pares?
El bullying existía, pero no era de la magnitud de hoy.
"Con el pasar del tiempo, surge un gran tema: la salud mental, que es ahorita una de los grandes áreas inadecuadamente atendidas y que son producto de la vida moderna. Por ejemplo, la depresión es la principal causa de atención y de discapacidad para la población adolescente, y esto va creciendo. Se piensa que para el 2020, al menos el 50% de los adolescentes habrá experimentado un episodio de depresión. Esto tendrá impacto en los intentos de suicido y suicido. En la Clínica del Adolescente este es el primer motivo de consulta. También hay trastornos de ansiedad severos, crisis de pánico, brotes psicóticos asociados a los mismos cuadros de ansiedad o consumo de drogas... Esa gran área de la salud mental acapara la atención".
¿De hace cuántos años para acá?
Yo diría que esto viene siendo más manifiesto en los últimos diez años. Y esto requiere de equipos interdisciplinarios porque no se resuelve con un médico y con una receta. Se requieren intervenciones más complejas y amplias y trabajar con la familia.
"Luego empezamos a ver un segundo nivel de problemas de atención, que tiene que ver con todo el grupo de adolescentes que se enfrenta a fracasar a nivel de colegio por necesidades que requieren atención en salud. Ahí están todos los adolescentes con déficit atencional severos, con problemas de aprendizaje, retardo mental, y algo que está creciendo: el trastorno del espectro autista. Es una realidad y no existe una explicación de por qué hay cada vez más pacientes con diagnóstico de autismo y con síndrome de Asperger con enormes problemas de socialización. Ellos asisten al sistema educativo y están enfrentados al fracaso escolar porque no hay cómo abordarlo adecuadamente y generar una interacción eficiente entre salud y educación pero con un enfoque de adolescente no de enfermo.
"En el hospital tenemos un grupo de adolescentes con trastornos del espectro autista, básicamente con Asperger, pero lo trabajamos ahí porque la mayor dificultad que tienen es la limitación de su desempeño social. Al principio, nos empezaron mandando pacientitos con supuesto déficit atencional con el mensaje de que le dieran ritalina porque en el aula no podían estar. Con maestros y profesores recargados, y mandando a ver si le damos la bendita pastillita... cuando es un problema que es más complejo que esto.
"El otro gran tema como motivo de consulta, tiene que ver con la problemática familiar. El paciente que nos llega a nosotros no sale con un solo diagnóstico. Detrás de la depresión uno se encuentra consumo de drogas, bullying, problemática familiar y todo esto se tiene que abordar integralmente. Las otras cosas que hoy empiezan a ser importantes, pero en menor escala, son la parte de los trastornos de la alimentación, que es todo un gran tema".
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¿No formarían parte de los trastornos mentales?
Deberían pero por demanda lo tenemos aparte. Dedicamos todo un día a la semana a atender estos casos.
"Luego viene todo el tema de la salud sexual y reproductiva, desde la conserjería, la anticoncepción, las infecciones de transmisión sexual y la violencia".
Ustedes mencionan que los primeros contactos con pornografía empiezan en celulares. ¿Cómo han manejado el tema del impacto de las redes sociales y las tecnologías en la vida de los adolescentes?
Lo que nosotros detectamos es que el adolescente dedica de tres a seis horas diarias para estar en contacto con pantallas: celulares, televisores, computadoras. Esto contribuye también al sedentarismo: un 68% hace una hora de ejercicio a la semana, que seguro coincide con Educación Física. Pero el tema de las redes sociales es un tema enorme que cae dentro de la prevención y la promoción en salud, que puede servir para mucho dentro de salud si existiera una estrategia para que el adolescente sepa dónde consultar adecuadamente con información de calidad. Esa estrategia es necesaria, hay que hacerla.
"Pero lo que más se preocupa es que de esto se discute poco, de cómo las redes sociales debilitan la interacción y el contacto directo entre las personas. Y en la adolescencia es particularmente importante la interacción social con el grupo de pares como parte del desarrollo saludable. En ese compartir empiezan a desarrollar habilidades sociales. En el adolescente que se mete en esto (de las redes) de forma insistente, obsesiva y hasta adictiva, se pierde la oportunidad de desarrollar estas habilidades".
¿Están más solos que nunca?
Claro, yo pienso que sí. Dentro de esta soledad, que es parte del acompañamiento y la construcción de la identidad del adolescente, tratan de llenar ese espacio no conversando ni escuchando al otro. Esa construcción de la identidad la sustituyen con esto, en un proceso de mala calidad.
¿Estamos creando personas discapacitadas sociales?
El término es un poco fuerte pero creo que se acerca a lo que estamos hablando. Tal vez yo diría que estamos creando personas con una menor capacidad en sus habilidades sociales.
¿Esto debilita la salud mental, el manejo de las emociones, el manejo de una sexualidad saludable...?
Sí, es que ese contacto directo es necesario, sobre todo en la adolescencia. ¡Los adultos lo necesitamos! Pero en la adolescencia es parte de la construcción de la identidad del individuo. No tener ese espacio y sustituirlo por redes sociales, que es un espacio ni íntimo ni cercano, solo un bálsamo para la soledad... Ahí no está la respuesta.
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¿Qué le podemos decir a los papás que desde pequeñitos le entregan un aparato de estos a sus hijos?
Darle a un niño en edad escolar un celular, y sobre todo, teléfonos inteligentes, es una actitud totalmente irresponsable. Parte del abandono al niño y al adolescente temprano. Me podrían decir que quieren estar comunicados con el hijo; entonces, yo les digo: déle un telefonito básico. Se debe manejar el acceso a Internet. Nosotros lo vemos con los chicos que cometen abusos sexuales contra otros menores de edad: detectamos que un 90% tiene como primer factor de riesgo la exposición a pornografía en las etapas tempranas y, fundamentalmente, con el celular. Este es un dilema enorme que se nos plantea como sociedad. Lo estamos viendo pero nos estamos quedando sentados. Deberíamos estar generando estrategias.
"Las familias deben enviar mensajes claros a los hijos. Primero, rescatar espacios de una comida diaria que es preventiva de consumo de drogas, trastornos de alimentación y actividad sexual temprana. Segundo, que ese espacio donde se comparte en familia esté libre de aparatos electrónicos".
Uno de los especialistas de la Clínica mencionó alguna vez: "Los jóvenes llegan a un mundo complejo y los mandamos desarmados". ¿Qué deberían hacer los padres?
En esta época, admiro a los jóvenes que tomaron la decisión de tener pocos hijos o no tener. ¡Vea qué paradoja! Porque a lo que están enfrentados nuestros hijos en esta época es tan complejo que si vos no le das acompañamiento los vas a estar exponiendo a que estén frente a todos estos peligros y desarmados. ¿Por qué? Porque los hijos necesitan acompañamiento de los padres en cantidad y calidad de tiempo. Si tenés un hijo tenés que planificar dentro de tu vida cotidiana estar con él cuando lo necesita. Por eso, insisto en las comidas: una comida diaria es un medio natural y espontáneo en donde pasan tantas cosas. Los papás, intencionalmente, tenemos que hacerlo porque es a nosotros que nos toca promover esos espacios.
¿Un papá policía?
No, no. Jamás. Por eso digo que admiro a los jóvenes que han tomado esta decisión (no tener hijos o tener pocos) están actuando responsablemente. Porque el modelo de sociedad les está exigiendo un cierto nivel de funcionamiento que, incluso para poder lograr su propia estabilidad, se está volviendo más complejo. ¿Por qué se dice ahora que la adolescencia socialmente se ha extendido? Porque antes entendíamos que la adolescencia terminaba con la maduración cerebral y con la independencia de la persona, cuando salía de su núcleo familiar. Ahora vemos, cada vez más, que esa dependencia es mayor: los hijos más grandes están todavía con los padres y por diferentes razones. Primero, porque no pueden lograr estabilidad. Segundo, porque no pueden conseguir su vivienda; y tercero, porque tienen que acompañar a los padres ya grandes porque los estos viven más, y entonces alguno de los hijos termina cuidadando. Entonces, eso hace que la dependencia, quizá ya no económica pero sí espacial, se mantenga. Luego, existe la 'puerta giratoria': a raíz de los problemas sociales, los hijos regresan y no vienen solos: vienen con su hijo o con su esposa.
"Esta complejidad es mucho mayor. Hay muchos que técnicamente siguen siendo adolescente a los 30 o 35 años. A mí me molesta cuando dicen: 'Es muy bonito tener un hotel de cinco estrellas adonde le laven'. Pero cualquier persona siempre está deseando volar. Y en el momento en que la persona tenga la oportunidad de hacerlo lo hará, a los 30 o a los 50 años. Es una necesidad que tenemos los seres humanos de ser independientes.
"Los padres de familia tenemos que comprender esa realidad a la que están enfrentandos nuestros hijos. Eso implica que los padres tienen que ser más hábiles, más empáticos. Tienen que ser padres más informados, y los padres deben tener estabilidad y conjugar todo eso. Antes era menos complicado. Los jóvenes plantean otro reto interesante: a raíz de no encontrar la estabilidad que necesita, y que la respuesta que la sociedad les plantea es tan competitiva y demandante, optan por hacer combinaciones sacrificando la estabilidad en busca de hacer lo que les gusta, y teniendo hijos. Pero el primer requisito para tener un hijo y darle un desarrollo saludable es estabilidad. Pero si vos en etapas muy tempranas vivís con una gran inestabilidad, ponele la firma para una enfermedad mental. Los hijos no son mascotas. Y esto hay que entenderlo: necesitan afecto, presencia de los padres, manejo de límites. La crianza de los hijos es un arte, y como tal necesita tiempo en calidad y cantidad".
En uno de los muchos artículos que usted ha escrito en la prensa, mencionó: "los adolescentes se están desenvolviendo en ambientes más agresivos hoy". ¿Qué podemos entender como ambientes más agresivos?
La terminología económica ha permeado hasta el sistema educativo, donde se habla de ser competitivos. Para desarrollarnos tenemos que tener esa mentalidad de competitividad. Entonces, ya no veo al otro con una mentalidad de solidaridad, sino que empiezo a trabajar de otra manera. Empezamos a ver en el aula, entonces, un lenguaje en donde nos dicen que el buen estudiante es solo el que tiene buen rendimiento y el que no lo es empieza a ser expulsado por el sistema. Y los espacios que existían en los colegios que formaban parte de la formación integral como los clubes, los gobiernos estudiantiles, las actividades deportivas, empiezan a ser restringidas para fortalecer las materias como Matemáticas, Inglés. Y quien no funciona en ese sistema es expulsado por la maquinaria. El adolescente sale por dos motivos: uno, los problemas económicos, y dos porque el colegio 'no le gusta', y ese 'no le gusta' es que no llena sus necesidades más íntimas.
Entonces, un lenguaje que permea un cambio de mentalidad, más un sistema que fomenta no una formación integral sino una puramente academicista, crea un engranaje de violencia para el adolescente. Lo llevamos luego al ámbito más social: este adolescente que no funciona bien, que tiene dificultades y a quien no estamos apoyando es el víctima de bullying. Nosotros detectamos un 22% de bullying en los colegios en la investigación que hicimos en el 2010. Antes, al que le costaba se le hacía las adecuaciones que yo llamo de sentido común: la maestra le ayudaba, se quedaba con él al final de las clases, lo ponía a hacer mandados... Ahora tiene que haber una ley para hacer estas adecuaciones. Ahí es donde los papás juegan un rol fundamental porque tienen que estar y ver qué está pasando con los hijos.
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Ustedes han investigado mucho el tema de la desesperanza. En la última encuesta detectaron que un 15% de colegiales ha tenido deseos de morir, y un 10% ha planeado cómo matarse. ¿Cuáles son las principales fuentes de desesperanza para nuestros jóvenes hoy?
La culminación de la desesperanza es el suicidio. Cuando vemos que más o menos un 40% de las personas que se suicidan en Costa Rica tienen menos de 30 años, uno pensaría que en esas edades la persona está terminando de construir su proyecto de vida y a partir de ahí esperan arrancar la etapa más productiva del ser humano. Pero uno se encuentra con estas cifras que son alarmantes. La desesperanza es la antesala del suicidio. Esto está documentado y es medible. Lo que a uno le preocupa es que la mayor desesperanza se encuentra entre los colegiales de cuarto y quinto año. Son los que están terminando y deberían tener más expectativas. ¿Dónde encuentra uno más desesperanza? En los colegios privados. Ahí, los más desesperanzados están entre los de cuarto año y más en los hombres.
¿Y por qué ya no quieren seguir?
La encuesta no pregunta eso. La teoría nuestra, que es más una hipótesis, es que a los adolescentes les resulta amenazante lo que deben enfrentar. Lo que se les está presentando es una sociedad que no los va a recibir bien, que no les va a permitir lograr estabilidad ni desarrollarse plenamente. Esto no lo vivieron los adolescentes de hace 20 años.
¿Son jóvenes con miedo?
Son las amenazas reales a las cuales están enfrentados. Es su realidad. La gran mayoría la va a asumir haciendo ajustes: no teniendo hijos o teniendo menos, con trabajos inestables, y van a jugársela pero con dificultades mayores. Pero otro grupo, el menor, ese sí es el que no sobrevive a esa maquinaria. Es el grupo que se suicida o el que nos plantea el tema de las muertes violentas en general, no solo el suicidio. El que yo me expuse en un accidente de tránsito porque quería morirme. Todo este grupo, que es importante y que cada vez es más grande, es el que estamos dejando que crezca...
Sentados nada más viendo pasar...
... viendo para otro lado, que es lo peor. Y esto está aumentando. Es lo que nosotros prevíamos cuando empezamos a hablar del tema de desesperanza.
Los ninis versus los sisis. Quienes ni estudian ni trabajan y quienes estudian y tienen muchos trabajos. ¿Cómo analizan estos escenarios?
Los ninis es un término que yo detesto por peyorativo. Pienso que los ninis, que en Costa Rica andan alrededor de 170.000, tienen que ver más con la falta de oportunidades en una sociedad que no les está respondiendo. En las personas entre los 18 y 24 años, un 48% no tiene bachillerato. Uno de los objetivos es que esta gente que no tiene bachillerato y tiene dificultades para reincorporarse, encuentren opciones de formación que les permita una vida decente e independiente. Pero esto es todo un grupo de personas con el cual tenemos que trabajar. El impacto de las acciones que se están tomando aún está muy lejano.
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¿Y el otro extremo: Los jóvenes que están hasta el cuello con trabajo y estudio?
El sistema funciona demandando cada vez más. Es un sistema exigente, cruel y que demanda y demanda cada vez más del ser humano, y los jóvenes intentan responder a esto. Aunque se está dando un cambio interesante: cuando las oportunidades existen, hay jóvenes que sin tener grandes estudios han logrado desarrollar habilidades en el mundo de las redes sociales. Es parte de lo bueno. Es ahí donde yo no necesito ser licenciado, pero sí tener un tipo de capacitación que me permita aprovechar esa oportunidad. Esta es una de las cosas admirables de los jóvenes de ahora: la capacidad de adaptarse.
"Estamos en una etapa o donde aprovechamos este bono demográfico o perdemos la oportunidad que podemos desarrollar como país. Uno de los grandes debates pendientes nos lo están planteando los jóvenes, porque desde ellos se da el cambio hacia el resto de la sociedad y del mundo adulto. Y tenemos que acompañarlos en este proceso. El 29% de la población en Costa Rica tiene menos de 25 años, y la desatención de los problemas de la adolescencia ha hecho que lo que debería haberse resuelto en la etapa adolescente ahora traslape edades. Por eso, entre los 20 y los 25 años están apareciendo problemas producto de lo que dejamos de atender en la etapa adolescente en promoción, en prevención y en atención. Una estrategia razonable sería que habláramos de un grupo prioritario para atender en esta etapa de la vida entre los 10 y 25 años. Este es el gran reto que tenemos en este momento desde salud. Yo tengo la esperanza de que a partir de ahora las cosas cambien y que se dé un nuevo enfoque.