Las más pobres entre las pobres. Así fueron seleccionadas, hace un año, 16 comunidades a lo largo y ancho de todo el país, con el objetivo de incorporarlas al programa de la primera dama de la República, Josette Altmann de Figueres.
El proyecto, amparado a la sombra del Plan Nacional de Combate a la Pobreza, inició su primer año con el tanque lleno de energía y de propósitos ambiciosos, pero tal parece que no previó encontrar de frente la maraña burocrática que pretendía atacar desde sus raíces.
Poco a poco y ante la mirada atónita de líderes comunales, los motores se han ido enfriando, según pudo corroborar este matutino en visitas realizadas a Barranca, Chacarita, Upala, Los Chiles, Cieneguita, Limoncito y los barrios marginales de la capital. (Nota anexa con testimonios).
En estos lugares los vecinos y dirigentes comunales aseguran que la falta de recursos, el exceso de burocracia y la centralización para la toma de decisiones debilitan el plan en el que depositaron todos sus sueños de progreso.
Para esto sobran razones pues lejos de mejorar el cuadro es cada vez más crítico en materia de seguridad, infraestructura local, empleo y producción, donde el plan se encuentra apenas en la etapa de diagnóstico.
No dejan de destacar, sin embargo, los esfuerzos y cambios hechos en salud y en educación, donde los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (EBAIS) y las reformas al programa de enseñanza representan un paso importante para la superación de sus niños y jóvenes.
Pilas bajas
Hijo de los compromisos de campaña, hechos por doña Josette, el proyecto de las 16 comunidades vulnerables comparte los mismos fines del Plan Nacional de Combate a la Pobreza, uno de los pilares fundamentales de la administración Figueres Olsen.
A pesar de las buenas intenciones que inundan el proyecto, dirigentes comunales sostienen que se agota la reserva de energía con la que dio sus primeros pasos.
En Upala, cantón alajuelense en la zona norte y una de las comunidades en donde se comenzaron a ejecutar acciones en el primer año de gobierno, Gerardo Alemán, miembro de la comisión de desarrollo local -una de las que componen el Plan de Combate- y director del Instituto de Desarrollo Agrario en esa región, sostuvo que la lentitud de las instituciones involucradas en el proyecto entraban algunas obras importantes.
"Sin pasiones de ningún tipo le digo que si hubiera más interés, menos burocracia, esto caminaría mejor", comentó Alemán. Allí ya dieron comienzo los trabajos para el acueducto rural y el mejoramiento de caminos, pero aún predominan -y se agudizan- los problemas sociales en las comunidades campesinas (falta de vivienda, comercialización de granos y titulación de tierras).
Promesas que no se ven
Una opinión similar comparte Pedro Arce, presidente de la Asociación de Desarrollo de Limoncito, quien asegura que, a pesar de la ampliación de la escuela de Los Lirios, el avance ha sido poco. "Uno de los eternos problemas es la contaminación del río Limoncito. Hasta ahora muchas promesas hemos recibido para acabar con esta situación; sin embargo, son solo palabras, esa es la verdad", comentó.
Al otro lado del país, en la comunidad puntarenense de Barranca, miembros de la Asociación de Desarrollo alabaron la incorporación de 11 EBAIS en localidades como Riojalandia, La Gloria y Corazón de Jesús.
Sin embargo, el avance ha sido lento para resolver el problema de aguas negras en Juanito Mora, comunidad con 2.000 viviendas, y la reconstrucción del muro para el río Barranca quedó a medio camino, a pesar de que se destinaron 7,5 millones de colones para la obra.
"Para serle sincera, aquí no se siente la satisfacción total por los programas que se han venido realizando. Es poquito lo que se ha hecho. Somos conscientes de que un año de gobierno no es nada, pero las cosas, lejos de agilizarse, se lerdean cada vez más", explicó Socorro Hondoy, coordinadora del programa en Barranca.
En sondeos realizados por La Nación entre vecinos de la zona norte, Limón, Puntarenas y las áreas marginales del Valle Central, esta situación salió a flote con un ingrediente importante de disconformidad ante la labor general realizada por el Gobierno.
Ante esto Carmen Rojas, asesora de la Primera Dama y principal coordinadora de los trabajos de campo desarrollados en estas comunidades, garantizó que las promesas hechas serán cumplidas al finalizar la administración Figueres.
"Ya dentro de comunidades como Las Cloacas, Tejarcillo, Barranca, Limoncito y Upala se han hecho acciones, aunque eso no quiere decir que se ha agotado el trabajo con ellas. El primer año fue una etapa de arranque y la más fuerte. Yo diría que sí ha habido realizaciones en ese sentido", comentó la funcionaria.
Rojas fue enfática al indicar que lo importante del proyecto es que las comunidades logren desarrollar su capacidad para reaccionar ante sus necesidades y desplegar programas para su propio desarrollo.
Punto por punto
Aciertos del proyecto:
Mayor organización comunal Diagnósticos más precisos y actualizados sobre las necesidades locales en vivienda, seguridad, empleo, salud y educación Ejecución de acciones en salud (EBAIS) y en educación (construcción de algunos comedores escolares, aulas e incorporación de programas piloto) Inicio de acciones contra la pobreza en Barranca, Las Cloacas, Tejarcillos, Upala y Limoncito
Deficiencias:
Falta de recursos para iniciar algunos proyectos prioritarios Lentitud en la tramitación de solicitudes para el mejoramiento de infraestructura local Burocracia entraba procesos al interior de las instituciones involucradas en la ejecución de programas (IMAS, INVU, PANI, DINADECO, CCSS, IDA, MEP, IAFA, INA, municipios) Centralización de la toma de decisiones en la Casa Presidencial. Las comunidades no cuentan con poder de decisión en la fijación de recursos y en la ejecución de obras.