En setiembre de 2014, el Ministerio de Hacienda se comprometió ante tres organismos financieros internacionales a reducir el déficit primario a un 0% del producto interno bruto (PIB) en dos años, para el 2016.
Sin embargo, este martes 10 de mayo, el presidente Luis Guillermo Solís criticó el proyecto de Ley para Racionalizar el Gasto Público (expediente 19.923) con el que la oposición busca exactamente lo mismo: reducir a un 0% del PIB el déficit primario, que es la diferencia entre ingresos y gastos del Gobierno, sin incluir el pago de intereses.
El déficit primario cerró en un 3,1% del PIB en 2015: el equivalente a ¢866.000 millones. Durante el primer trimestre de este 2016, por el contrario, Hacienda indicó que tuvo un superávit primario por el orden de un 0,5% del PIB, es de decir, ¢151.000 millones.
Aunque el plan es igual al del Gobierno en lo referente a sus fines, el mandatario dijo, en conferencia de prensa, este martes, que lo adversa porque causaría 55.000 despidos en el Gobierno, 33.000 de ellos de maestros, y un rebajo de ¢350.000 millones en el gasto en educación.
La oposición desistió de mantener el impulso a esa regla fiscal el miércoles pasado y aceptó utilizar como base de discusión el plan de regla fiscal que presentó el Poder Ejecutivo, con el fin de eliminar del debeta los temores expresados por Solís.
Plan más radical. Sin embargo, tanto el Gobierno como la oposición fundamentan sus propuestas para reducir a cero el déficit primario en una combinación de medidas de recorte del gasto, más nuevos impuestos.
La diferencia entre la propuesta de Hacienda y la del bloque opositor que controla el Parlamento, y que hace a la primera más radical, es que el gobierno de Solís se comprometió a llevar el déficit primario a un 0% del PIB en dos años, entre los años 2014 y 2016. Mientras, la oposición no fija tiempo alguno y, más bien, condiciona alcanzar ese objetivo a un programa que deberá preparar la Autoridad Presupuestaria.
El Gobierno hizo su promesa de reducir en 24 meses el faltante primario de recursos para enfrentar sus gastos durante un ciclo de reuniones entre el 3 y el 5 de setiembre del 2014, con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), todos organismos financieros internacionales que les llevan el pulso a las finanzas costarricenses.
Aunque confirmó el compromiso del 2014, el ministro de Hacienda, Helio Fallas, negó que Solís incurriera en contradicciones al criticar un plan opositor cuyas bases son las mismas que sostienen al proyecto del Ejecutivo.
Fallas, además, le bajó el tono a la alarma que encendió Solís ante los medios de comunicación este martes, al hablar de las consecuencias “socialmente perniciosas” de aplicar el plan opositor.
“La intención del presidente nunca fue asustar al hablar de despidos, fue solo un ejemplo de las implicaciones que tendría recortar ¢1 billón para llevar el déficit primario a cero, sin contar con nuevos impuestos”, defendió Fallas anoche, en una conversación telefónica con La Nación.
Lo mismo. Antes, por escrito, había asegurado que la meta de reducción del déficit primario se alcanzaría bajo el supuesto de que se cumpliera una agenda de fortalecimiento hacendario que involucra ocho proyectos de ley para recaudar mejor los actuales impuestos, aumentar la carga tributaria con las reformas a los tributos de ventas y de renta, y con medidas para contener el crecimiento del gasto.
Esa ruta es la misma que plantea la oposición.
Mario Redondo, jefe de fracción de Alianza Demócrata Cristiana (ADC), y Otto Guevara, líder del Movimiento Libertario, partidos del bloque opositor, citaron que siempre se contempló alcanzar un déficit primario de un 0% del PIB a través de la mezcla entre el recorte del gasto, la mejora de las herramientas de Hacienda para recaudar tributos y el incremento en la carga impositiva por diversas vías.
Guevara, quien propuso el texto de la regla fiscal opositora, desmintió que la ruta para reducir el déficit fueran los despidos o los recortes drásticos en inversión.
“En el proyecto se habla de una programación necesaria para llevar paulatinamente el nivel de endeudamiento público del 60% al 40% a través de una programación para reducir el déficit que impediría despidos, como mentirosamente lo señaló el presidente”, afirmó.
Redondo, en tanto, dijo que “con maña, alevosía y premeditación, el presidente charraleó el debate fiscal, que debió haber sido serio, al hablar de despidos. Tomamos como referencia el proyecto de regla fiscal de don Otto porque Hacienda tardó demasiado en enviar al Congreso la propuesta del Gobierno”, agregó.
Ese plan gubernamental llegó al Parlamento el 9 de mayo.
En las tiendas de Liberación Nacional, también critican la posición del Poder Ejecutivo.
El diputado Rolando González consideró como muy evidente la contradicción entre lo dicho por Solís el martes, y lo negociado por Hacienda en el 2014.
Para González, el presidente Solís habló en el mismo tono que los sindicatos y que el Partido Frente Amplio (FA), al denunciar presuntos despidos en el sector público, con el objetivo de conseguir socios para su tesis.
“Cuando el presidente Luis Guillermo Solís habla prohijando la acción callejera, busca aliados para mantener un statu quo contrario a lo que prometió al FMI y a otros organismos financieros”, zanjó el verdiblanco.
Un día después de la conferencia de Solís del martes, los sindicatos anunciaron sus temores y su oposición al proyecto que impulsa el bloque opositor.