A las 11 a.m. en punto de este miércoles, la fila empezó a formarse frente al mostrador del nuevo local de Taco Bell en San José, ubicado en una plaza de comidas frente al Parque Central.
Uno a uno, los clientes ordenaron su almuerzo y lo recogieron tras una breve espera, como en cualquier restaurante de comida rápida.
En el nuevo establecimiento de Taco Bell se ofrece el mismo menú, con los mismos ingredientes y la misma preparación. La novedad la marca el equipo de muchachos que da el servicio.
Los encargados de atender a los comensales, preparar los burritos y los tacos, y hacer la limpieza son personas con alguna discapacidad. Todos hacen su mejor esfuerzo y se ayudan unos a otros.
El equipo lo completa la administrador, Shirley Méndez, quien domina el lenguaje de señas.
A Jeymi Ramírez le basta leer los labios de los clientes para tomarles la orden. Así lo ha hecho desde hace un año y seis meses, cuando empezó a trabajar en la cadena de restaurantes para ayudar a pagar las facturas de su familia.
La mayoría de clientes son comprensivos y colaboradores, según cuenta, pero en ocasiones hay quienes se molestan por el hecho de ser atendidos por una persona sorda. En esos casos, algún compañero se acerca para ayudar, y ella continúa con sus tareas con normalidad.
Para su compañero Yorvin Maltés, Jeymi también se ha convertido en su profesora de Lesco (lenguaje de señas).
"Antes yo no sabía mucho Lesco, pero ahora que estoy con mi compañera Jeymi, me ha ido un toquecito mejor. Ya sé decir gracias, mucho gusto, por favor y cosillas así", contó Yorvin.
Maltés, de 24 años, ya había trabajado en el Taco Bell ubicado a un costado de la Plaza de la Cultura.
"Antes no me gustaba estar en la caja, pero ahora me está gustando. La plata y los clientes me daban nervios, pero ahora cuando tengo mucha presión y hay muchos clientes, parece que se me conecta algo en la cabeza y empiezo a correr, entonces hago las cosas más rápido", aseguró el joven.
En un comunicado de prensa, la empresa anunció que planea abrir un segundo local inclusivo en 2018.
Al acercarse la hora del almuerzo este miércoles, los alimentos se prepararon en la cocina de forma ágil y ordenada, con conversaciones donde se mezclaban las palabras pronunciadas y en lenguaje de señas.
La atención fue satisfactoria, según Josué Frutos y Alicia Muñoz, dos de los primeros clientes del día.
"Nosotros tenemos un hijo con cierta discapacidad y en un futuro, cuando esté grande, a nosotros no nos gustaría que lo discriminen en un trabajo, entonces de empresas como estas uno dice: 'Pucha, gracias a Dios que existen. Porque le dan oportunidad a las personas con dicapacidad para que se puedan desenvolver y hacer su vida normalmente'", dijo Frutos.
Para Yorvin Maltés, su trabajo también es una oportunidad para tratar de incidir en quienes tienen algún prejuicio contra las personas con discapacidad.
"A veces se molestan con mi compañera Jeymi, hay muchos que no les gusta que los atienda. Yo les digo: todos somos iguales, solo que ella no escucha pero le lee los labios a cualquiera, eso no es un problema. Yo no sé por qué hay gente que a veces cree que ellos no pueden trabajar, si son iguales que uno y hasta mejores, porque son más inteligentes", aseguró el muchacho.