Los partidos políticos inscriben esta semana sus papeletas presidenciales definitivas intentando responder a una verdad cruda: la mayoría de la gente no cree en las banderas.
Las agrupaciones políticas ficharon sus candidatos a las vicepresidencias priorizando las necesidades de la campaña electoral, sin importar demasiado si son “pericos”, “mariachis”, “gente PAC” o “libertarios de cepa”.
El resultado en general es una ensalada de colores que en nada afectará al partido ganador en el ejercicio del gobierno, porque la ley no obliga a dar a los dos vicepresidentes ninguna función.
La Constitución Política solo dice que deben sustituir al presidente. Podrían incluso quedarse trabajando en lo suyo o repetir el episodio de Luis Fishman, que fue vicepresidente durante el gobierno de Abel Pacheco y no llegó a poner un pie en la Casa Presidencial.
Peleado con el mandatario, abrió una oficina en La Sabana y se dedicó “labor social”, como si fuera una ONG. En otros países ni siquiera hay vicepresidentes.
Sin ataduras legales, los candidatos presidenciales ejercieron su potestad de escoger a sus posibles sustitutos pensando más en atraer el voto de un electorado que hoy puede votar por uno y mañana por otro. Solo uno de cada cuatro ciudadanos se atreve a manifestar simpatía por algún partido, según datos de la empresa Unimer.
¿Qué hacer para seducir a tanto elector suelto? Los candidatos a vicepresidencias pueden ayudar. Tienen la función de atraer a sectores específicos y equilibrar la imagen del candidato, explicó el analista Constantino Urcuyo.
También ayudan a cohesionar al partido internamente, como es claro en el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), según Urcuyo.
Liberación. El oficialista Johnny Araya fue uno de esos que no pidió una prueba de sangre liberacionista para escoger sus vicepresidentes. La socióloga Silvia Lara ni siquiera ha votado por el PLN en elecciones recientes, según contó.
Su única experiencia en gobierno la tuvo con el socialcristiano Abel Pacheco, pero su dominio en temas sociales parece suficiente para que Araya reforzara su mensaje más centrado en desarrollo social y menos en lo económico.
Ella será inscrita hoy como candidata a la segunda vicepresidencia, junto a Jorge Pattoni, en la primera vicepresidencia. Él viene de dirigir la Cooperativa Dos Pinos, con responsabilidades gerenciales que podrían resultar útiles en un eventual gobierno. Dice haber sido liberacionista, pero nunca fue activo por su trabajo.
“No son liberacionistas de trayectoria”, notó Urcuyo.
El PAC. Tampoco son “gente PAC” los miembros de la fórmula del Partido Acción Ciudadana (PAC).
El candidato Luis Guillermo Solís, que puede serlo tras una modificación de reglas por su corta filiación al partido, va acompañado de políticos que hace 15 años eran sus rivales, ellos en PUSC y él en PLN.
Se trata de Helio Fallas, un economista que ocupó cargos en los gobiernos de Rafael Ángel Calderón y de Abel Pacheco, aunque acumula ya cinco años en el PAC.
Distinto es el caso de su compañera de fórmula, Ana Helena Chacón, quien tuvo que afiliarse al partido para poder ser candidata a la segunda vicepresidencia. Hace solo cinco años era rival política de los diputados del PAC en el Congreso y ahora porta su bandera.
“Es una jugada inteligente para aproximarse al PUSC y a gente que estuvo en favor del Tratado de Libre Comercio”, agregó Urcuyo.
El mismo candidato Solís declaró que no ha pensado qué función tendrían ellos en un eventual gobierno, pues lo urgente ahora es trabajar en la campaña política para recoger frutos en las elecciones del 2 de febrero.
Frente Amplio. Pero el PAC también sufrió bajas. La académica Dagmar Facio, filóloga de 67 años, es una de sus fundadoras, pero ahora se fue más a la izquierda, como candidata a una vicepresidencia con el partido Frente Amplio.
El candidato, José María Villalta la escogió a ella y al abogado Wálter Antillón, de 81 años, para complementar la juventud del aspirante presidencial, de 36.
“Casi hay una compensación”, consideró Urcuyo.
La variedad ideológica, sin embargo, no es amplia en la papeleta que el Frente Amplio inscribe esta semana. Es una de las agrupaciones más puras ideológicamente, representante de la izquierda.
Libertario. En el otro extremo está el Movimiento Libertario. Su candidato, Otto Guevara, presentó el fin de semana pasado al exministro socialcristiano Thelmo Vargas y a la abogada Abril Gordienko.
Vargas fue ministro de Hacienda con Rafael Ángel Calderón, mientras Gordienko tiene trayectoria desconocida en esa agrupación, con dos décadas de existir.
PUSC. Vargas es otra de las figuras que abandonó el PUSC en los últimos diez años, desde el golpe por los casos de corrupción a ligados a los exmandatarios Rafael Ángel Calderón y Miguel Ángel Rodríguez.
Aunque el PUSC pretende recuperar su fuerza de otros tiempos, acaba de sufrir una crisis interna que acabó con la renuncia definitiva de Rodolfo Hernández como candidato presidencial.
La urgencia ahora es mantener el partido funcional para la campaña y para ello asumió la candidatura presidencial Rodolfo Piza, quien iba en la papeleta de Hernández, como aspirante a vicepresidencia.
Le tocó ser sustituto antes de tiempo y debió reacomodar la papeleta con la exministra Patricia Vega y el exdiputado Carlos Araya, que representa al sector calderonista después de la pérdida de su representante, Rodolfo Hernández.
El pasado. Estas fórmulas y las de los otros siete partidos menores son el resultado de semanas de negociaciones y cálculos electorales.
El candidato que gane podría encargar a sus vicepresidentes misiones especiales o un ministerio, pero podría incluso acabar como Óscar Arias en en período 2006-2010: sin vicepresidentes. Kevin Casas había renunciado en 2007 por en tiempos del TLC y Laura Chinchilla era candidata presidencial. En el 2010 ocupó la presidencia por unos días el entonces presidente del Congreso, Francisco Antonio Pacheco, como dicta la ley.