La imagen del candidato presidencial acompañado de su señora esposa, y preferiblemente con un único matrimonio, ya no es parámetro en la política costarricense.
Ninguno de los aspirantes con mayores posibilidades de ganar el 2 de febrero llega con una sola relación matrimonial en el currículo.
Solo dos se presentan casados. Johnny Araya, de Liberación Nacional (PLN), celebró en julio su quinto matrimonio y Rodolfo Piza, de la Unidad Social Cristiana (PUSC), se ha casado dos veces.
Luis Guillermo Solís y José María Villalta, de Acción Ciudadana (PAC) y del Frente Amplio, viven en unión libre, mientras que el libertario Otto Guevara es divorciado y tiene una relación de noviazgo.
El estado civil de los candidatos refleja una sociedad donde más de 800.000 personas viven en unión libre, divorciadas o separadas. El grupo crece y no está muy lejos de los 1,1 millones de casados.
La figura de la primera dama ya no es un referente, dijo el politólogo Gustavo Araya, sobre todo cuando el porcentaje de hogares encabezados por una mujer subió de un 23% a un 35% en los últimos doce años.
En las décadas de los 80 y 90, ganaron las elecciones candidatos que se presentaban con un único matrimonio. Tal fue el caso de Óscar Arias, en 1986; de Rafael Ángel Calderón Fournier, en 1990; de José María Figueres Olsen, en 1994; y de Miguel Ángel Rodríguez, en 1998.
A partir de 2002, la situación cambió, pues Abel Pacheco tuvo dos matrimonios; Óscar Arias estaba divorciado al reelegirse en el 2006 y Laura Chinchilla, actual presidenta, tuvo dos matrimonios.
Los candidatos coincidieron en que la sociedad ha cambiado. “Sin duda es un reflejo de que la sociedad costarricense es cada vez más heterogénea y las familias costarricenses son diversas y, por eso, la legislación tiene que respetar la diversidad”, dijo Villalta.
Guevara agregó: “Cada vez más personas son mujeres jefas de hogar y las personas contraen varias veces matrimonio. Yo solo una vez me he casado, no descarto volverme a casar; esto es un reflejo de la sociedad costarricense”.
En el 2001, había un divorcio por cada tres nupcias. En el 2012, había uno por cada dos matrimonios.
Johnny Araya y Rodolfo Piza se casaron por lo civil luego de sus primeros matrimonios. Hace 15 años, solo 4 de cada 10 matrimonios eran civiles; hoy, son 7 de cada 10.
“Yo admiro a los que han tenido un único matrimonio. Otros tuvimos que encontrar una segunda oportunidad. Yo vivo el matrimonio, soy católico y también soy consciente de que no puedo comulgar, por mi condición de divorciado”, dijo Piza. Araya acotó: “Evidentemente ha habido cambios”.
En su mensaje para las elecciones, la Iglesia católica pidió defender el matrimonio tradicional, pero los obispos dijeron que no juzgan a quienes tengan otra condición.
Según Solís, los presidentes con más de una boda no han sido excepción, sobre todo antes de los 80.
¿Participan? De los cinco candidatos con más posibilidades, solo Araya y Piza planean integrar a sus parejas a la campaña y asignarles funciones, de primera dama, si ganan.
“Me parece importante, puede jugar un papel a cargo de diferentes programas”, dijo Araya.
Piza cree fundamental que un gobernante tenga soporte anímico: “Al fin y al cabo, los políticos no dejamos de ser seres humanos. Tenemos virtudes, pero también necesitamos el cariño, el amor y la compañía de la persona que amamos”.
Guevara, Solís y Villalta, en cambio, no ven a sus parejas involucradas ni en la campaña ni en un eventual gobierno. Los tres advirtieron que la legislación ni siquiera prevé la figura de la primera dama.
“Me parece que la primera dama es una figura que refleja otro momento de la sociedad costarricense. No hay mandato ni sustento legal para que manejen recursos públicos, tener despacho o contar con personal pagado por el Estado. La gente no vota por ellas”, dijo Solís.
Villalta, quien afirmó que él y su pareja guardan con recelo el espacio familiar, sostuvo que lo importante es que el hogar del mandatario entienda el rol de la figura pública y dé acompañamiento.