El 20 de junio, Sharlyn Hernández cumplió 18 años; Josefina Duarte tiene 81. La más joven vive en Cuatro Reinas de Tibás; la mayor, en Rohrmoser. No se conocen, pero ambas forman parte de los 890 voluntarios que vigilan la campaña electoral, apoyados por el TSE.
Cada cuatro años, el Cuerpo Nacional de Delegados del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) se reparte el país en 36 regiones, con la misión de evitar que los partidos políticos violen las reglas electorales en su afán de ganar votos.
En lo que va de esta campaña, los delegados electorales ya tomaron acciones sobre cuatro actos de los partidos políticos.
La primera se dio el 3 de octubre, solo un día después de abierta la campaña electoral. En esa oportunidad, el Cuerpo Nacional de Delegados llamó la atención del Frente Amplio, por considerar que se pretendía hacer un uso indebido del gimnasio del Liceo de Costa Rica.
El 15 de octubre le tocó el turno al Partido Liberación Nacional (PLN), al frenar el intento de convertir el proyecto Caravanas de la Salud en un brazo político.
El apercibimiento también tocó a Sandra León, esposa del candidato del PLN, Johnny Araya, y quien organizaba el grupo.
Los delegados electorales son los responsables de autorizar o denegar la solicitud de actividades públicas de parte de los partidos, además de vigilar que haya apego a la ley electoral en las actividades autorizadas.
No tienen más requisitos que ser ciudadanos costarricenses y su labor la hacen de gratis, afirma Sergio Donato, el jefe del grupo.
“El delegado se caracteriza por tener un alto sentido de entrega. Venimos al TSE a servir, a darle al país un valioso aporte en la consolidación del régimen democrático”, explicó Donato.
¿Qué es? El Cuerpo Nacional de Delegados se creó en 1947 durante el gobierno de Teodoro Picado, en medio de la crisis política que desembocó en la Guerra Civil del 48.
La Asamblea Nacional Constituyente de 1949 recogió la figura y, desde entonces, los delegados tienen rango constitucional para representar al TSE en la garantía de que se cumplan las reglas de ley.
El artículo 102 de la Constitución Política habla de las atribuciones del TSE y del Cuerpo Nacional de Delegados.
En estas elecciones, 65 años después de creado el TSE, la tibaseña Sharlyn Hernández se estrena como votante y a la vez se convierte en la delegada electoral más joven, con solo 18 años de edad.
Lo hace mientras lleva el bloque de Estudios Generales de la Universidad Nacional, donde quiere graduarse de algo relacionado con el arte gráfico y la publicidad.
Su vocación de servicio, dice, le brotó de tanto acompañar a su papá, José Hernández, en sus actividades como delegado.
Ella habla y a su papá se le sale el orgullo por los ojos. Su mamá se esconde un poco detrás de la pared, para escuchar como su hija explica la importancia de que la gente vote y también se manifieste.
La joven hizo un llamado a los políticos para que cumplan su parte en el proceso que este año ella ayudará a vigilar.
“Deben cumplir con lo que prometen, así como se les ve en los anuncios de campaña, apoyando a los más pobres”, dice.
A seis kilómetros y medio de la casa de Sharlyn, en Rohrmoser, Josefina Duarte, de 81 años, también se prepara para participar como delegada nacional en esta campaña. Lleva 17 años de andar en esto y con satisfacción afirma que tres de sus hijos también se apuntaron a ser delegados electorales.
Robert, Ferdinand y Grettel von Herold siguieron los pasos de ella.
En su casa de paredes blancas todavía están de luto por la reciente muerte de Robert, quien en vida llegó a ser jefe de delegados del sector 2, al este de la capital.
Esta octogenaria afirma que seguirá donando su tiempo para vigilar el proceso electoral, pues forma parte de la misma vocación de servicio que tuvo como trabajadora social en su juventud.
Por una ironía de la vida, Duarte tiene una hija que por lo pronto no tiene ninguna oportunidad de ser delegada: Edine von Herold, quien llegó a ser diputada en la pasada administración.
Este es otro de los sacrificios del delegado, afirma Donato, al aclarar que si bien existe la prohibición para participar en un bando político, la familia no debe cargar con ello.
Duarte garantiza que el pasado político de su hija no afecta para nada su imparcialidad.
De hecho, recuerda que en su caso ella no tiene ninguna cercanía con el PLN, pues incluso llegó a ser embajadora de Costa Rica en Brasil durante el gobierno de Rodrigo Carazo (1978-1982).
Si bien 73 años separan a Duarte de Hernández, ambas ya trabajan en la fiscalización de un proceso que decide el futuro del país.