Como buena parte del territorio costarricense, el cantón de La Cruz, en Guanacaste, está lleno de objetos y sitios que dan cuenta de nuestro milenario pasado indígena.
¿Cómo perciben los habitantes ese patrimonio? ¿Cuál es el valor que le dan a sus ancestros? Estas respuestas las reúne el libro Los confines dilatados de La Cruz: gentes herencias y paisajes.
El texto marcó la culminación del proyecto Apropiación positiva del patrimonio arqueológico del cantón de La Cruz, Guanacaste, mediante el cual se entrevistó a 22 personas mayores, portadoras de herencia cultural, para conocer cómo percibían las riquezas arqueológicas del lugar donde habitan.
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Como parte de la iniciativa, también se realizaron talleres en ocho comunidades: Piedras Azules, La Virgen, Santa Elena, San Dimas, Tempatal, Cuajiniquil, La Garita y La Cruz. En estos participaron grupos de vecinos y de escolares.
Se trata de lugares que resguardan hallazgos como petroglifos (diseños simbólicos grabados en rocas), tumbas, cementerios, sitios habitacionales, piezas de cerámica, herramientas de piedra, entre otros.
“Lo que se promovió fue una apropiación positiva del patrimonio arqueológico. La gente, por lo general, relaciona este tema con cosas negativas como el saqueo, pero hay formas de apropiarse positivamente y que tienen que ver con la cultura cotidiana”, explicó la directora del proyecto, Anayensy Herrera.
Según comentó la arqueóloga, la decisión de que fueran lugareños quienes realizaran las consultas se tomó para que hubiera una mayor riqueza en el intercambio de experiencias, al tratarse de dos generaciones distintas: los muchachos y las personas mayores.
Relatos de historia
El libro, de 324 páginas, viene con un mapa desplegable del cantón, así como con una introducción que hace un repaso por la herencia cultural de La Cruz.
En su primer capítulo, Encantos de barro, roca y piel, se reproducen las vivencias de los entrevistados en forma de 22 relatos escritos de una manera muy apegada a la realidad, conservando su manera de expresarse, contó la arqueóloga.
Trazando la herencia indígena es el nombre del segundo apartado, que engloba las conclusiones de una serie de exposiciones elaboradas por los participantes de los talleres.
“Las personas, que podían ser niños o adultos, exponían sobre cuál era la herencia cultural indígena que tenían en sus comunidades; identificaban los sitios arqueológicos que ellos conocían y hacíamos una lista de todos los lugares mencionados por los vecinos”, explicó Herrera.
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Yaji-Yazra-Majimi (pasado presente y futuro en lengua chorotega) es el tercer capítulo, el cual consta de 11 ensayos escritos por los jóvenes entrevistadores.
En este, los muchachos reflexionan sobre su experiencia en el proyecto y lo que significó para ellos interactuar con las personas mayores consultadas.
La cuarta parte de la publicación, Lugares Ancestrales, redactada por la arqueóloga Anayensy Herrera, describe los paisajes y lugares ancestrales del cantón de La Cruz y cómo sus habitantes se vinculan con estos.
Una última parte, Interpretaciones del Pasado, realiza un abordaje básico de los valores culturales detrás de los relatos, de cómo la gente aborda los sitios arqueológicos y su herencia indígena.
“En La Cruz hay sitios que tienen hasta 7.000 años, contando desde el presente”, prosiguió la especialista.
¿Quiere conseguir el libro? Escriba a arqueologia.lacruz.guanacaste@gmail.com o llame al teléfono: 8703-7719. Tiene un costo de ¢5.000.
Resguardar los sitios
Más allá de hacer un balance sobre el patrimonio arqueológico de los cruceños, el objetivo principal del proyecto Apropiación positiva del patrimonio arqueológico del cantón de La Cruz, Guanacaste y de la publicación del libro es proteger estas riquezas históricas.
Según dijo Herrera, lo que se busca es, para el 2019, contar con un plan de gestión para proteger el patrimonio arqueológico local.
“Hay que hacer el diagnóstico. Para eso hay que entrar a las propiedades privadas donde están los sitios arqueológicos, y eso se hace dialogando con la gente… Solo en el cantón de La Cruz hay 127 sitios registrados, pero eso no significa nada porque ese dato es de hace 40 años y no sabemos si todavía existan o en qué condiciones están”, concluyó la experta.