Si bien Costa Rica debuta en la gestión de sitios arqueológicos declarados patrimonio mundial , el país tiene tarea adelantada gracias a su experiencia en ecoturismo y manejo de áreas silvestres protegidas.
Así lo consideraron los expertos mexicanos Verónica Ortega y Francisco Vidargas. Ortega es subdirectora de la zona arqueológica de Teotihuacán y Vidargas es subdirector de Patrimonio Mundial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Ellos recorrieron, por invitación del Museo Nacional, los sitios con esferas precolombinas Finca 6, Batambal, Grijalba 2 y El Silencio, ubicados en Osa, con el fin de dar recomendaciones aprovechando la experiencia de México en la materia.
“Costa Rica tiene muy bien aprendido el tema de la conservación natural y ahora también hay un compromiso fuerte con lo cultural, lo cual sentará las bases para una política nacional en favor de los bienes patrimonio mundial”, dijo Ortega.
Desde 1990, y gracias a sus parques nacionales, Costa Rica hizo del ecoturismo su principal actividad económica y muchas comunidades se desarrollaron gracias a los visitantes.
El turismo permitió que surgieran hoteles, operadores turísticos y restaurantes, pero también atrajo servicios públicos y carreteras, entre otros.
Para Ortega y Vidargas, eso sienta una base a la cual sumar el patrimonio cultural que ofrecen las esferas precolombinas.
“Es cuestión de conciencia. Este país tiene una riqueza cultural que lo puede posicionar a nivel mundial (...). Los bienes culturales se vuelven atractivos turísticos y eso permite involucrar a las comunidades vecinas a estos sitios”, enfatizó Ortega.
Ejemplo de esto son los guías locales. Al igual que los guías se capacitan en temas de biodiversidad, ahora lo podrán hacer además en aspectos de arqueología.
“Al conocer el valor del recurso con el que cuentan, las comunidades lo protegen y lo potencian. Que vean que tenerlo es mucho más positivo que no tenerlo”, comentó la especialista.
Retos. La gestión de un sitio arqueológico y patrimonial requiere una labor multidisciplinaria, que trasciende a los expertos del Museo Nacional.
Según Vidargas, otros ministerios como Ambiente y Turismo, así como organismos internacionales, universidades, empresas privadas y gobiernos locales, deberán unirse al Museo.
“Hemos visto un gran compromiso. Tanto las empresas como los gobiernos locales ven la declaratoria como una oportunidad y manifestaron que van a colaborar para que los desarrollos que se lleven a cabo sean compatibles con ese bien cultural”, manifestó Ortega.
Para Vidargas, otros retos están en reforzar áreas como investigación y conservación.
Con las recomendaciones de los mexicanos, junto a otros insumos técnicos, el Museo elaborará un informe sobre el estado de conservación y posibles impactos al bien patrimonial, en cumplimiento a lo solicitado por la Unesco en 2014, cuando se otorgó la declaratoria a Costa Rica.
Para Francisco Corrales, arqueólogo del Museo Nacional, ese reporte servirá como “hoja de ruta” que oriente el trabajo de conservación y otorgue criterios técnicos para eventuales desarrollos en la zona que pudieran tener un impacto ambiental.