Nuestros antepasados precolombinos no tenían un alfabeto tal y como nosotros lo conocemos; tampoco lápices, ni papel ni computadoras con teclado.
Miles de años atrás, estos pueblos idearon su propio sistema de comunicación por medio de signos y figuras que quedaron plasmados para siempre en sólidas piedras.
La exposición temporal Diseño simbólico sobre la roca se exhibe en el Museo del Jade del Instituto Nacional de Seguros (INS) y presenta un recorrido por petrograbados (inscripciones sobre rocas) y pictografías (pintura rupestre), hechas por indígenas precolombinos en diversas zonas de Costa Rica.
“Estas manifestaciones eran un medio para comunicar su cosmovisión, sus actividades cotidianas, sus creencias y rituales. Ellos crearon un sistema de símbolos aceptados socialmente para transmitir una gran cantidad de información”, explicó el arqueólogo Sergio García, curador de la exposición.
De acuerdo con García, en Costa Rica se tienen registrados 447 petroglifos y dos pictografías. Los primeros se encuentran distribuidos por todo el territorio nacional, mientras que ambas pictografías se localizan cerca del volcán Rincón de la Vieja, en la provincia de Guanacaste.
Mensajes cifrados. Las inscripciones se hacían tanto en rocas individuales (cantos de río y esferas) como en enormes muros de piedra. Los diseños eran variados: líneas, círculos, cruces, espirales, soles y representaciones estilizadas de animales como monos, colibríes, murciélagos, felinos, serpientes, cocodrilos y zopilotes. También, puede haber combinaciones de varios de esos motivos.
“Los diseños más abstractos se asocian con elementos de la naturaleza en constante movimiento, como el agua o el viento e incluso desastres como inundaciones”, agregó el arqueólogo.
La exposición ilustra las diferentes técnicas que utilizaron estos artesanos precolombinos para realizar las inscripciones: raspado, incisión, golpeteo, picado y perforación. Las herramientas (martillo y cinceles) también eran de piedra. Uno de los ejemplos más sorprendentes es el sitio El farallón , que se localiza en una finca en Cañas, Guanacaste.
Ubicado en el cañón del río Cabuyo, podría decirse que era como una especie de Facebook precolombino: un muro de piedra de 50 metros de largo por 30 metros de alto en el que los pobladores precolombinos dejaron testimonio gráfico de su vida cotidiana.
Los grabados abarcan una superficie de 17 metros de largo por 7,2 metros de alto.
Hallazgo. Para realizar las pictografías, los indígenas aplicaban pigmentos naturales sobre la superficie de la roca. Los colores predominantes eran blanco, amarillo, negro y rojo.
La cueva de las tinajas , situada en Liberia, exhibe una pintura rupestre sobre una pared rocosa de una caverna. La pared mide cerca de 12 metros de alto y está saturada de diseños y de pigmentos rojos y blancos.
Por su parte, El mico pintado, en Bagaces, es una pictografía realizada sobre una pared de la roca volcánica conocida como toba. Los motivos son zoomorfos (animales) y fueron elaborados con pigmentos poco comunes en la parte más alta del risco en dirección al volcán Rincón de la Vieja, lo que sugiere un contexto ceremonial.
García agregó que muchos de los diseños de los petroglifos y los pictogramas también se aprecian en piezas de cerámica y piedra lo que ayuda a comprender la idea de un sistema de signos en esas sociedades.
Para complementar la experiencia de la visita, el público podrá descargar una aplicación de realidad aumentada donde se despliegan recreaciones de modelos en 3D de piezas de la colección.La aplicación está disponible para sistema operativo Android , de Google y iOS de Apple bajo el nombre Museo del Jade.
La muestra se puede visitar de lunes a domingo, de 10 a. m. a 5 p. m. El Museo del Jade está ubicado al costado oeste de la plaza de la Democracia.