Cada quien drena la tristeza como puede. A muchos, como a los artistas, esta los enfrenta con la mejor versión de sí mismos, y es cuando, después de las tempestades, responden al mundo con sus mejores creaciones.
Que lo diga Ricardo Leitón, de 70 años, quien fabrica imponentes maquetas de iglesias costarricenses a base de materiales de desecho. La más reciente, una réplica de la iglesia de Coronado, de 3,20 metros de largo, 1,5 de ancho y 3,20 de alto, estuvo expuesta en febrero anterior en un centro comercial de Curridabat.
¿Cómo logró que sus obras sean dignas de ser contempladas? La temprana muerte de una hija, en el 2001, lo devastó y fue necesario darle un nuevo aire a su existencia.
"La tristeza que llevaba en el alma me dijo que debía hacer algo otra vez", comentó. ¡Y lo hizo!
Fue hasta cinco años después cuando fundió sus principales materias primas: el talento como pintor, el oficio de fabricante de faroles, el espíritu de amante del medio ambiente y la devoción a Dios.
De ahí surgió un artista quien no se había percibido como tal hasta que se lo dijeron. "Un día que vinieron unos arquitectos a ver una de las maquetas, me dicen: 'Señor, eso es una obra de arte'. Y yo dije: '¡Mirá, sí!", contó.
Según aseguró Leitón, la maqueta de la iglesia de Coronado está 100% hecha con productos de desecho, los cuales le regalan ebanistas finos; entre ellos, maderas, vidrio y aluminio.
Una minuciosa obra
Su calificativo de "artista" lo sustenta el nivel de detalle que proyecta su trabajo. Es capaz de transformar materiales que habrían ido a dar a la basura en atractivas piezas que, en conjunto, constituyen reproducciones a escala de hermosas obras de arquitectura.
Por fuera, esta estructura de cedro amargo muestra ventanales elaborados con vitrales verdaderos, y en su cúpula, un par de relojes dan la hora exacta.
Pequeñas imágenes de santos, compradas en librerías católicas, hacen el turno de las esculturas propias de las iglesias católicas, mientras que en el techo se posan varios ángeles fabricados con estereofón.
El techo lo componen láminas que don Ricardo consigue, también donadas, en las litografías. Luego, las corruga a mano, en una minuciosa labor. Otros ornamentos fabricados con latas de cerveza realzan esa parte de la estructura.
"No tiene los colores verdaderos del templo original, pero ahí es donde entra mi creatividad. Además, creo que se ve más bonita", explicó el artista.
El pormenorizado trabajo resulta un hecho contundente al echar un vistazo por las ventanas o las puertas de la iglesia.
Adentro, una figura del Papa Juan Pablo II imparte la misa a muñecas tipo Barbie y miniaturas masculinas logradas con estereofón.
La típica ambientación de un templo católico es rematada con el piso de linoleo, material usado antiguamente para forrar el suelo de las casas convencionales.
Flores y césped de plástico, así como escarchas asidas con cola a las paredes, terminan de darle brillo a la obra.
Como si no fuera suficiente, la réplica de la iglesia coronadeña cuenta con sus propios sistemas eléctrico y de desagüe.
"Se puede iluminar durante las noches. ¡Viera que linda se ve! Las canoas son por si se moja cuando está en exhibición en un lugar que no sea techado", explicó el artesano.
La obra, cuyo costo de elaboración fue de unos ¢300.000, fue valorada por personeros de la facultad de Arquitectura de la Universidad de Costa Rica (UCR), hace dos años, en alrededor de ¢14 millones.
Una de las consideraciones para el avalúo fue el tiempo de elaboración que requirió: dos años y medio.
Justo por el extenuante trabajo que implica construir una sola maqueta, Leitón dijo que no las vende. Solo las exhibe en distintos centros comerciales y de donde lo llamen; también lo hace en ferias de arte y cultura.
Talento pulido
En total, este artesano ha confeccionado unas 25 maquetas gracias a un don que, para prosperar, debió superar varias facetas.
Este vecino de Zapote, empezó haciendo pinturas, pero no le iba muy bien. Un día, para un 15 de setiembre, le fabricó un farol a su hija, quien estudiaba en la escuela Dr. José María Castro Madriz.
Tan bien le quedó, que la creación resultó ganadora del concurso de faroles que hacía el centro educativo.
De ahí en adelante, se hizo famoso y, entre las décadas de 1970 a 1990, llovieron las contrataciones de padres de familia de todo San José.
Como es amante de la arquitectura antigua, se dio gustos haciendo faroles de casas e iglesias coloniales. Fue así como migró su pasión al arte de hacer maquetas.
Como maquetero, su éxito ha sido reconocido dentro y fuera del país. En dos ocasiones participó en el Festival Internacional de las Artes (FIA) exhibiendo la réplica de la iglesia de Coronado.
Incluso, hace cuatro años lo contactaron de la organización del Guinness World Records, iniciativa que cada año publica una colección de récords mundiales.
Según dijo Leitón, mandó los documentos correspondientes, pero no lo volvieron a contactar.
Su próxima creación
El afanado artista no quiso mostrar ningún adelanto de su próxima obra, una maqueta de la basílica de Nuestra Señora de los Ángeles, en Cartago.
Pero en algo fue enfático: "Esta (la de Coronado) no le va a llegar ni a los talones".
¿La receta para tanto ímpetu a los 70 años? "El secreto es hacer lo que a uno le gusta", aseveró convencido.
En su taller, la pequeña cochera de su casa –que también sirve para su otro oficio de tapicero– seguirá haciendo arte a punta de desechos, como una metáfora de vida de quien se queda con lo bueno de lo malo que le ocurre.