Una masa de costarricenses salió en 1856 a disputar la soberanía del país frente a los filibusteros comandados por William Walker.
La incertidumbre que podría acompañar esa marcha se disipó unos instantes ante los acordes del Himno Patriótico, una obra musical compuesta para la ocasión por el célebre Alejandro Cardona.
El resto es historia, no solo la que palpita en nuestro imaginario colectivo, sino una que también puede ser contada al ritmo de una melodía.
De ello es prueba el Archivo Histórico Musical, instalado en la Escuela de Artes Musicales de la Universidad de Costa Rica (UCR), cubículo 201. Ahí se resguardan 5.567 obras escritas por prolíficos compositores, en su mayoría costarricenses.
Partituras, documentos, fotografías, diferentes formatos de registros sonoros y hasta objetos relatan más de 150 años recorridos por el país en esa senda cultural.
La particularidad de este archivo es que, más que el respaldo oral de las canciones, lo que atesora, primordialmente, es la referencia escrita de ellas, es decir, las partituras con las notas musicales hechas a puño y letra por los autores.
Nombres como el de Manuel María Gutiérrez, autor de la música del Himno Nacional; Rafael Chávez, compositor del Duelo de la Patria; Jesús Bonilla, artífice de la conocida Luna liberiana, y Julio Fonseca, pilar de la música nacional, componen el legado de esta instancia.
15/6/17. Fotos realizadas en el archivo de la Escuela de Artes Musicales de la UCR, donde se conservan bajo sumo cuidados partituras antiguas como el himno nacional, duelo de la Patria entre otros, Acetatos y cintas magnetofónicas. Foto de Jorge Castillo. (Jorge Castillo)
“Lo que tratamos de rescatar es la música que está escrita, que tiene manuscritos originales hechos por músicos que, conociendo la anotación musical, plasmaron estas obras. Muchos de ellos no solo se dedicaron a la música académica, sino también a la popular, a la de salón; esa también la tenemos”, explicó Samira Barquero, coordinadora del Archivo.
Se trata de partituras que fueron escritas a finales del siglo XVIII, durante todo el siglo XIX y parte del siglo XX. La más antigua es el Himno Patriótico, escrito para la gesta heroica de 1856, el cual tiene 161 años de existencia.
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Pentagramas con historia
Entre los documentos más preciados del Archivo, destaca una réplica de la partitura del Himno Nacional, la cual fue editada en París en 1903. El mismo Manuel María Gutiérrez, en uno de sus viajes cuando fungió como director de las bandas militares costarricenses, la trajo al país desde Europa.
Según las investigaciones realizadas por dicha instancia para documentar la data de esta pieza, la original no se encuentra en Costa Rica.
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A esa joya de la archivística se suma el Duelo de la Patria, de Rafael Chávez. La partitura original, hecha en 1882 con motivo de la muerte del expresidente Tomás Guardia, está en ese sitio.
De esta también se guardan otras versiones; por ejemplo, una para música de cámara, otra para banda y varias de piano que fueron editadas con el paso del tiempo, incluso después de la muerte del autor (1907).
15/6/17. Fotos realizadas en el archivo de la Escuela de Artes Musicales de la UCR, donde se conservan bajo sumo cuidados partituras antiguas como el himno nacional, duelo de la Patria entre otros, Acetatos y cintas magnetofónicas. Foto de Jorge Castillo. (Jorge Castillo)
Más allá de las partituras
El Archivo también conserva fondos (colecciones de impresos o manuscritos), programas de mano entregados durante las presentaciones que se hacían en aquella época –cuando se lanzaban al público las obras musicales que hoy son clásicos–, afiches en los que se anunciaban los espectáculos y hasta documentos personales de los compositores.
En ese sentido, ahí se alberga una colección de 27 placas de zinc donadas por la familia de Julio Fonseca. En ellas, el mismo autor estampó las notas de tres de sus más reconocidas composiciones: el Vals Leda, el Himno Cantata a la Música y Fantasía sinfónica.
“Don Julio les prestaba esas placas a los directores de bandas para que imprimieran la música. Como no existía la fotocopiadora, entonces las partituras las hacían en serigrafías e imprentas”, contó Annette Seas, archivista de este centro documental.
El Archivo también reúne una completa gama de registros sonoros en formatos que van desde cintas de doble carrete o de carrete abierto (antecesoras de los casetes), hasta discos de acetato.
El paso a la era digital
Consciente del papel que juega para cualquier sociedad un archivo, sobre todo uno tan especializado, este centro emprendió desde el 2010 la migración a los mecanismos digitales. Eso sí, sin restar protagonismo a su razón de ser: los documentos históricos.
Por eso, el total de 5.567 obras impresas con las que cuentan, también las almacenan en formato virtual, lo que se traduce en más de 35.000 imágenes.
El paso a la nueva tecnología ha sido tan exitoso, que hasta les brindan el servicio de digitalización de partituras a las bandas nacionales. Esto les ha permitido ampliar su banco digital a 70.000 fotografías, pues guardan una copia de las obras que escanean para estas agrupaciones.
Algunas de las instituciones a las que han ayudado son la Banda Nacional de San José (2011), el Colegio Superior de Señoritas (2011), el Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (2012), la Banda de Alajuela (2012-2015) y actualmente lo hacen con el Archivo Histórico Arquidiocesano Bernardo Augusto Thiel, de la Iglesia católica.
¿En qué consiste el servicio? Escanean las partituras en alta resolución, las guardan en formato JPG (para imágenes) y las pasan a la versión en PDF.
Este logro digital llevó al Archivo a compartir su experiencia en la Semana de la Preservación de Libros y Documentos Históricos, celebrada en la Universidad Francisco Marroquín, en Ciudad de Guatemala, del 25 al 29 de abril de este 2017.
Patrimonio donado
Si algún costarricense tiene en su casa algún documento o registro sonoro que considere valioso para la historia musical del país, puede cederlo al Archivo.
Gran parte de la colección de este lugar ha sido regalada. De hecho, la apertura de este centro surgió producto de una donación hecha en 1993 por el esposo de la compositora costarricense Rocío Sanz, quien hizo carrera en México. Posterior a su muerte, el cónyuge donó su obra completa a la actual coordinadora del Archivo, Samira Barquero.
Luego de tres años de gestiones, en 1996, Barquero no solo consiguió un sitio apropiado para acoger aquel valioso obsequio, sino que abrió la puerta de un recinto único en el país.
Quienes deseen hacer su aporte, pueden llamar a los teléfonos 2511-6113 o 2511-8546. También se pude escribir al correo electrónico: archivohistorico.eam@ucr.ac.cr o ingresar al sitio web archivomusical.ucr.ac.cr.
El Archivo Histórico Musical está abierto al público de lunes a jueves, de 7 a. m. a 12 mediodía y de 1 p. m. a 4 p. m.