Los Chiles. Durante 68 de sus 83 años de vida, María Suárez Cabrera se dedicó a atender partos en Medio Queso de Los Chiles y muchas comunidades vecinas.
En casi siete décadas, esta partera afirma haber asistido unos 3.000 nacimientos, de los cuales recuerda haber reportados unos 1.200 al centro médico de ese cantón alajuelense.
En los hospitales laboran de forma voluntaria –todavía en el presente–, registradores auxiliares que recogen ese tipo de información y la trasladan al Registro Civil para que se inscriba formalmente al recién nacido.
Años atrás, también los oficiales de la desaparecida Guardia de Asistencia Rural hacían de registradores auxiliares.
La mayoría de los nacimientos que Suárez atendió, sucedieron en su humilde pero amplia vivienda de madera.
En los casos restantes tuvo que viajar, incluso hasta dos horas a caballo, entre trillos de montaña y ríos crecidos, para llegar a asistir a la mujer que estaba por dar a luz.
En unos cuadernos que siempre andaba consigo apuntaba el nombre y la edad de la madre; también el nombre que le ponían al recién nacido, con su respectiva talla y peso.
Ese era todo el control que podía llevar en aquellas condiciones. Lamentablemente, la anciana ya no guarda ninguno de esos cuadernos.
Ella aprendió el oficio viendo a una amiga, y a los 15 años atendió el primer parto.
“Estaba acostumbrada a ver trabajar a parteras amigas y, por eso, esa primera vez no sentí nervios. Sí recuerdo que oré mucho, le pedí a Dios que todo saliera bien; y así fue”, contó.
Recuerda que muchas nicaragüenses a las que ayudó a parir no entendían o no les interesaba entregar aquella información.
“Por eso es que en la frontera hay gente que no tiene documento de identificación alguno, pues no está inscrita ni en Costa Rica ni en Nicaragua”, dijo acertadamente la partera retirada.
No obstante, todavía guarda las tijeras y otros utensilios, por si sale un caso de emergencia.
Policía y hospital. Al igual que María Suárez, también Francisca Morales Matamoros guarda en su memoria muchos de los nacimientos que atendió.
Esta otra partera, de 84 años y vecina de barrio Lourdes, en La Palmera de San Carlos, hizo recuento de 503 partos, lista en la que incluye el suyo propio, pues le tocó traer al mundo, ella sola, a su único hijo.
De acuerdo con doña Francisca, las autoridades médicas de la época exigían registrar los nacimientos en la delegación policial más cercana.
Después, añadió, las parteras también tenían que hacer una declaración “amplia” en el Hospital de San Carlos.
Para eso, se usaba un libro de actas donde se escribía el nombre de la madre y del recién nacido.