En el 2013, antes de que el mundo supiera quién era Floribeth Mora, el entonces arzobispo de San José, Hugo Barrantes, le advirtió de que cuando su historia saliera a la luz recibiría muchas cosas buenas, pero también “muchas groserías”. Y así fue.
Cada vez que esta vecina de La Unión (Cartago) contaba que se curó de un aneurisma por intercesión de Juan Pablo II, no faltaba quien se burlara o la tachara de estar loca.
A pesar de esas ofensas, fue su historia de curación la que permitió, en el 2014, elevar a la santidad al Papa polaco.
Desde entonces ha pasado más de un año, pero los señalamientos y burlas no se apaciguan. Según Mora, se han convertido en pan de cada día.
“No todo es color de rosa. Esta experiencia me ha permitido conocer a muchas personas y lugares, pero a la vez tengo que lidiar a diario con las groserías. He oído comentarios como ‘esa es la vieja loca que sale en tele’.
”Una vez, una señora me dijo que qué fácil era inventarse una enfermedad para que lo llevaran a uno a Roma”, relató Mora en la sala de su casa, frente al altar que levantó para su santo.
Ella incluso ha tenido que recibir reclamos de gente con algún familiar enfermo, enojados porque Juan Pablo II la curó a ella y no les hace a ellos su propio milagro. Otros la acusan de enriquecerse.
“Según ellos, cobro por las entrevistas o que el Papa (Francisco) me dio dinero, pero eso no es cierto. Dios me dio vida, no dinero; igual debo trabajar”, argumentó la mujer, quien labora en una empresa de seguridad que maneja su familia.
Dudas. El milagro del que Mora dice haber sido la protagonista ocurrió el 1.° de mayo del 2011.
Cuenta que estaba en su cama con la mitad del cuerpo paralizado a consecuencia del aneurisma (inflamación de una vena en el cerebro), cuando su mirada se clavó en una revista que tenía la fotografía de Juan Pablo II.
En ese momento, afirma, escuchó una voz que le decía: “Levántate, no tengas miedo”.
La súbita cura sorprendió a su médico tratante, Alejandro Vargas, quien testificó ante el Vaticano que la ciencia no pudo explicar aquel hecho.
Una y otra vez, esa historia la repitió la miracolata (la milagrosa), como la llamaron cuando viajó a Roma el año pasado.
Mora recuerda que, en una de esas ocasiones, cuando acudió a un programa de televisión, luego vio en las redes sociales comentarios “horrorosos” que mucha gente hizo en su contra.
“Aunque para el mundo estoy loca, le doy gracias a Dios porque estoy sana. Yo ignoro las ofensas. Siempre he dicho que quien quiera creer, crea, y quien no, no”, contó con la voz entrecortada.
Bendiciones. Junto a muchos tragos amargos, Mora rescata las múltiples bendiciones que dice haber recibido por ser la persona cuyo caso posibilitó a la Santa Sede declarar santo a Juan Pablo II.
“Voy por la vida dando testimonio de lo que Dios hizo en mi vida. En ese camino he conocido a miles de personas maravillosas. Luego de ir al Vaticano para la canonización del papa Juan Pablo II (en abril del 2014), estuve dos meses en Polonia, visitando los lugares por donde él estuvo. Fue maravilloso”, expresó la tica.
Mora además ha viajado a Colombia, Canadá y Estados Unidos. Pronto regresará a esa nación, a la ciudad de Detroit.
De la misma forma, en Costa Rica recibe frecuentes invitaciones para compartir su vivencia.
“Las personas vienen a verme o me piden que los visite porque ven lo que yo viví y ellos están pasando por una situación igual de enfermedad. Ven en mí el poder que puede tener Dios”, dijo.
Además, ella hizo la romería a la basílica de la Virgen de los Ángeles, como otros miles de fieles católicos, con el fin de pedirle a la Negrita por los enfermos.